Gotea a cantaros de aguas que fueron anunciadas
tan contadas y vaticinadas
que el aviso solo fue un
catalizador de desgracias
como desgraciados son sus mensajeros,
charlatanes con discursos sobre química y catástrofes
mientras estas aguas incoloras no responden ni contestan pregunta alguna
Gotea, gotea, gotea
al tiempo que la llovizna o el temporal
son necesidad ante la fuerza y opulencia de los miserables días tristes
qué es lluvia sino agua nuestra
alegre, festival y popular
¡agua de mayorías!
Qué es la lluvia sino una canción para los niños
Qué es la lluvia
si no un mar difunto
que cayendo
desborda los caminos anunciando las buenas nuevas
o ríos con sed
la sed tremenda, atarantada,
de recorrer al mundo
rincón por rincón,
palmo a palmo
ahogándonos como a los cuerpos áridos
gotea,
y es que está lloviendo por los cuatro costados de la plaza
escurren y pasan las aguas
cuales silbos de alegría recorriendo terrenos perdidos
recuperando tono a tono
los últimos vestigios y espacios comunitarios del panorama aguachinado
gotea, gotea y se desploma el orden,
se humedece la materialidad del amargado,
mientras empapa de vida
de vida vivida y luchada
al que la oiga
cuando no arroja: insolente
granizo tras granizo
frente contra frente
dejando un panorama de tuertos y mentones descolocados
gotea mientras llueve
porque llueve mientras nos gotean
y es mojada la soberbia de la casa y mansión de un rico
que cuando se derrumba
no es sino la demolición creada por la arremetida lluviosa de nuestros
abuelos:
estas son sus gotas
y esta es su venganza
que es la venganza de los movimientos contra la quietud
la de las contradicciones frente a la mesura
la del permanente descalabro frente al progreso
que es retórico y abusivamente cobarde
porque se arranca de la confrontación original
esta es la caída
que y desde las montañas
relata lo monótono,
lo uniforme de un chis chas que se eleva por cuadrados de protesta
aguacífera
que rompe y abre
y abre en cuanto rompe,
rasgando cuando no circula: un río
nevado
cual cadena
ve fluir los embates del
desencanto,
la indignación
y las ansias justicieras de que el barro no
sea barro
sino caldo y pozo de nuestra
borrasca,
la borrasca y la avalancha terrenal aceitada por chubascos.
Llueve, llueve,
nuevamente y otra vez,
nos golpean desde un cielo triangular
que a manera de horizonte: golpea
cual golpe de gracia y radical
a la desolación de vivir escuchando los rumores,
los rumores de los próximos años de desierto.