Sobre el Hombre Topo
SOBRE EL HOMBRE TOPO:
Escriben en esta revista: Franco Bordino, Matías Rano, Gustavo Roumec, Tiépolo Fierro Leyton, Juan M. Dardón, Tomás Manuel Fábrega y Xabier Usabiaga.
domingo, 18 de marzo de 2012
René Daumal: Entrada de las larvas
El pertiguero de la iglesia llevaba a pastar sus cabras en la avenida vacía.
Algunos niños se morían o se secaban en las ventanas – era primavera y las manos de los hombres se extendían al sol, ofreciendo a todos el pan de sus palmas que los niños no habían mordido aún.
Sobre las terrazas uno se encontraba entre la tierra y el cielo; había muchos cráneos rotos aquel día, de jóvenes que querían volar por encima de los jardines.
Las gaviotas y los pañuelos crujían en el aire y rompían el azul contra los vidrios, los vapores de cristal se fugaban al otro lado de las nubes.
Cuando llegó la noche fue el turno de los ancianos; invadieron las calles, con sus banquetas de madera tosca, encantaban las palomas y bebían leche caliente.
El cielo estaba solamente un poco más oscuro y más alto.
Los árboles se estiran en el parque y tienden trampas a las mariposas nocturnas; el pertiguero vuelve a entrar en la iglesia y las cabras duermen en la cripta.
Todas las mujeres, de pronto, aúllan con gargantas de lobas, porque en los suburbios ha caído un hombre desnudo y blanco venido del campo.
Traducción: Dardón&Bollini.
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