Sobre el Hombre Topo
SOBRE EL HOMBRE TOPO:
Escriben en esta revista: Franco Bordino, Matías Rano, Gustavo Roumec, Tiépolo Fierro Leyton, Juan M. Dardón, Tomás Manuel Fábrega y Xabier Usabiaga.
domingo, 18 de marzo de 2012
René Daumal: La única
Conocía ya tu sabor
conocía el olor de tu mano
señora del miedo
señora del final.
Toqué ya tus huesos
a través de tu carne sin edad
llena de insectos milenarios
y de cálices de flores futuras.
Dormí desde los diluvios, dormí
en el fondo de vos, sobre tu hombro, dormí sin nombre
– tu pecho no cambió
el aire de la vida
no tiene más el nervio de mi despertar –
no me nombra más, no me despierta
tus pulmones inmóviles han desabastecido a los míos
al respirar el aliento débil del mundo,
¡el moribundo! porque agoniza en las trompetas,
las lluvias que golpean, y que él revienta, débil gigante,
mundo anciano desgarrado por gritos,
en el fuego pálido que corona tu cabeza.
Esta luz, oh vigilante ciega de los muertos, pensante
insomne al fondo de los sueños,
lejos del óleo de la vida,
adormecida, nosotros unimos este secreto,
que tomé del cruce martillado de luna;
te recuerdo, estabas vestida de niña,
acechando sobre las losas, la boca sobre tu secreto.
Te recuerdo, te agarré de los cabellos,
aflojaste los dientes,
te recuerdo, para mí, para mí solo,
porque había traicionado todo por vos,
– sí, señores del humo y de la sombra,
traicioné a todos por ella,
agua-madre, a la vida que me diste,
vida con la boca abierta
la he traicionado y traicioné al mundo por ella,
por esta niña que de vida en vida vuelvo a hallar,
la adormecida insomne
la vigilante del fin – ¡oh mi muerte!
Aflojaste los dientes:
la esfera, el fuego, el astro de garganta,
la convulsión enloquecida tras tus labios,
indefinidamente tras tus dientes, muro
donde tantos otros estrellan la cabeza,
y esto que no puedo decir…
Pero ¿a quién le hablaba yo? Todo oído, todo ojo,
se hunde en el silencio y en la noche sin memoria.
Velás sola, niña del bálsamo
muerta del cruce, bebes mi sueño,
no dejas nada de mí,
estoy solo por haberte visto más presente que ellas,
las mujeres de humo,
vagabundas a las que una mirada verdadera disipa,
te amo más allá del fondo de los sueños,
señora del miedo, señora del final,
no me despiertes más,
no me nombres más.
Agosto 1929
Traducción: Dardón&Bollini.
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