Sobre el Hombre Topo

SOBRE EL HOMBRE TOPO:

Somos un grupo de producción literario e intelectual definido por su obsesión por la crítica cultural, la escritura, el cine, la filosofía y la traducción. Esperamos difundir ideas, textos, traducciones, fragmentos inteligentes de una luz no tan lejana.
Escriben en esta revista: Franco Bordino, Matías Rano, Gustavo Roumec, Tiépolo Fierro Leyton, Juan M. Dardón, Tomás Manuel Fábrega y Xabier Usabiaga.

lunes, 29 de septiembre de 2014

1951-1971 - Ricardo H. Herrera




1951-1971

Nada, nunca; ni siquiera un recuerdo
que ilumine mi duelo.
Sólo manchas solares, viento,
y un espacio desierto
que tu sangre entenebrece.

Llega la noche cósmica y mi cuerpo
(que fue hermano del tuyo)
rueda yerto, sin vida,
al borde de un camino, en lo ignorado:
pastos y piedras húmedos
de angustia entre las sábanas...

Y allí, en la escena fija de imposible,
al relente lunar sobre el asfalto
abstracto en la planicie
plúmbea como un aguafuerte,
mi mente sola —igual a una lechuza
salida de una cueva de la tierra—
chilla y vuela en redondo
aumentando el vacío,
espiando mis fragmentos dislocados
en el frío silencio planetario


donde una vez te amé.


Ricardo H. Herrera

Soportar el vacío - Ricardo H. Herrera



Soportar el vacío

El agua golpeando las hojas,
el fruto pendiendo entre espinas,
las bestias pastando en la lluvia.
Y una pared, una ventana, una silla.

La percepción se derrama en estar
—como un cielo nublado, soñado
adentro de un cuerpo dormido—
y asoma su atención, en la quietud
que la vuelve irreal,
igual a aquellas ramas de araucaria
que vi al borde del camino, en el Neuquén,
llegando hacia la noche a Aluminé:
los troncos invisibles, perdidos en la niebla;
sólo sus brazos oscilando en la ceguera
(y yo pasaba en la luz fantasmal,
por primera vez supe que pasaba
y que ya nunca volvería a la tierra)...

La áspera nada manante, el silencio espectral;
manchas sonoras de la duración
extinta, tan extrañas
como una aureola vinosa en el papel
en donde escribo,

tan parecidas a esta espera:
la de mi soledad mirando el fuego
en la garganta oscura del hogar
avivar el estaño, las sombras cambiantes,
los azulejos blancos con destellos de sangre
en la cocina de campo.

No huele el tiempo, su agua que gotea
indiferente, monótona, afuera.
Extrañeza punzante
que en la mente se queda
resonando como el sonido opaco
de mis pasos perdidos
(¿o es el eco incorpóreo
de lo que dudó de sí mismo
y ya ha desaparecido?)...

Tal vez de un lago gélido,
tal vez desde unas piedras
avienta y esparce mi largo silencio

la hojarasca blanca de esta desnudez.


Ricardo H. Herrera