El discurso del hombre
Viejos camaradas
hoy mi deber era llamarles por sus nombres
dejar las lisuras
recuperar mi cuerpo
vencer junto a ustedes
pensarles un instante
vivirles
mostrarles mi alma
pura,
tácita, sincera
soy un llanero.
Llanero que canta como exprime las verduras de
occidente
que no deja su tierra ni por más que no
entiendan
ni por más que la entreguen a la corona escuálida
y
al tirano burgués.
Llanero que llora en la gran ciudad
por nostalgia del futuro
del pasado de las cosas
del pasado de los himnos llaneros.
Llanero que ama en los palmares
en las galeras
en los arreos
en los cajones
en el liderazgo
del relincho sangrando
y en la quirpa del
joropo donde llegan las mujeres.
En
infinidad de elementos, que no importan
que sería en vano describirlos
solo puedo contarles, camaradas: llegué.
llegué a la explanada ayer,
tras una insólita intervención de un poeta
tras una insólita mención de un extranjero.
y escuché
epopeyas
y
leyendas.
¡Que nada envidiaban de los griegos!
de los
nórdicos
.
Los llaneros son los hombres más bravos
y doy
por finalizada mi nacionalidad.
Renuncio a mi patria, mi patria son Los
Llanos.
Cuanto les diría de lo que recién
ante-ayer coseché
cuanto
les diría del pájaro que chilla por las mañanas de la llanada
Sólo sé que nada de lo escrito convoca
y
mañana, si, mañana
en un mañana junto a ustedes
el llano será la sede del gobierno del
altísimo.
TOMÁS MANUEL FÁBREGA