IX
“….Forasterito soy, sin consuelo estoy. Pasajerito soy, mañana me voy…”
(Huayno Tradicional Andino)
Ver las ventanas,
Irse, volverse blancas.
Partir al galope de la escarcha que jamás vi sudar
Nieve en la mañana del desayuno,
Ni en el otoño eterno del cielo.
Forzar una rima aérea,
Caer, ser flor de loto y bebido
Nacer en las entrañas de un camello.
Anidar, reír y atravesar los senos perfectos
De la tierra, entre arañas de néctar a abeja jugar.
Frutos, árboles y seda que escurre
De las entrepiernas de alguien,
Ser océano y una ola que quiere ser mariposa.
Postrar los ojos e incendiar parabrisas
Con un suave vaho de lluvia,
De boca que quiere despedida.
Y no es adiós, ni hasta luego, ni vete al carajo,
Incierto es,
Sombrío quizá, cómo un buenos días a la antesala de medianoche.
Y a las cuatro se levanta,
Como un ave blanqueada por un efímero invierno.
Junto con pasos inciertos que se reproducen por millones,
Insomnes como sus mismas huellas, amnésicas de sueños.
Forastero, pasajero, que de la montaña viene,
Que con el orgasmo del sol en oriente, parte
Y hace un Nilo acuoso en Saharas de piel, en dunas de leche.
No quiero irme,
No quiero ser una plegaria lejana.
Pero tampoco he de plantar mis pies en estas
Rocas tan hambrientas.
Volver a los vidrios verdes,
En cerebros estallar carcajadas,
Y quizá un bosque de hadas florece en mandíbulas,
Quijadas, inquietas lenguas de leguas mil.
Leñador ronda y abre sus manos de ampollas,
Vino, hierro, atardeceres granulados en su hoja virgen.
Ya los ríos duermen como los niños de Herodes,
Madre amasa galletas y chispas dulces de entrañas
Se recuestan, tranquilas, serenas,
Paladar no conoce el sabor de nada.
Del sexo un umbral delgadísimo, la muerte
Un limbo más vivo que la fe.
¿He llegado acaso? ¿He dado tres golpes a un portón de gelatina?
A lo mejor sólo parezco un pedestre semáforo.
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