La ceguera vino después.
Lenta e imperceptible.
Como un amanecer que se prolonga
Hasta hacerse noche.
Ya no hubo papel que importara
Porque nada podía contarse con palabras
Ni con miradas.
Soportó todo durante siglos
Hasta que un día no pudo más
Y explotó.
Miles de flores amarillas lo iluminaron,
Estaba desnudo y flaco.
Y ya era casi nada.
Gustavo Roumec
Pintura: Emiliano Bellini.
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