Compartimos este poema brillante, curiosamente poco citado por aquellos filósofos que han escrito tanto sobre Artaud, tal vez porque enuncia con demasiada claridad aquello sobre lo que éstos han preferido especular inventivamente. Crucial para entender lo que Artaud quería decir con su famosa expresión "cuerpo sin órganos", este poema está lejos de mostrarnos a un Artaud contestario, luchando contra la lógica utilitarista del capitalismo, buscando la "fuga" de la conciencia hacia la locura y el "devenir impersonal"; en fin: a un Artaud urbano y sesentista, como el que quisieron pintarnos Deleuze y Guatari. Mucho menos nos muestra una mediocre ética aristotélica de los vicios y del drogarse "prudente". Este es otro Artaud, el Artaud real, diferente del Artaud no sólo de Deleuze sino también de Foucault, y del de sus admiradores. Un Artaud telúrico, romántico, con voluntad de dominio y sed de crear, con una ética de inspiración y vida creativa; un Artaud en contra de la desintegración y mediocridad animal del hombre contemporáneo y occidental. Este es el Artaud que quería ser un árbol.
El tiempo donde el hombre era un árbol
El tiempo donde el hombre era un árbol sin órganos ni función,
Pero de voluntad
Y árbol de voluntad que avanza
Volverá.
Ha sido y volverá.
Pues la gran mentira ha sido hacer del hombre un organismo
Ingestión, asimilación,
Incubación, excreción
Lo que existía creó todo un orden de funciones latentes
y que escapan
Al dominio de la voluntad
deliberadora
La voluntad que decide de sí a cada instante;
Pues era eso este árbol humano que avanza,
Una voluntad que decide de sí a cada instante,
Sin funciones ocultas, subyacentes, regidas por el inconsciente.
De lo que somos y de lo que queremos poco queda
ciertamente,
Un polvo ínfimo sobrenada,
Y el resto, Perre Loëb, qué es?
Un organismo para ingurgitar,
Pesado de carne,
Y que excreta
Y en cuyo campo
Como una irisación,
Lejana,
Un arco iris de reconciliación con
Dios,
Sobrenadan,
Nadan,
Los átomos perdidos,
Las ideas,
Accidentes y azares en el conjunto de todo un cuerpo
Qué fue Baudelaire,
Qué fueron Edgar Poe, Nietzsche, Gérard de Nerval?
Cuerpos
Que comieron,
Digirieron,
Durmieron,
Roncaron una vez por noche,
Cagaron
Entre 25 y 30.000 veces,
Y frente a 30 o 40.000 comidas,
40 mil sueños,
40 mil ronquidos,
40 (mil) bocas amargas y agrias al despertar
Tienen que presentar unos 50 poemas,
Verdaderamente no basta
Y el equilibrio entre la producción mágica y la producción automática está muy lejos de ser mantenido.
Está absolutamente roto
Pero la realidad humana, Pierre Loëb no es eso
Somos 50 poemas,
El resto no somos nosotros sino la nada que nos reviste,
Se ríe de nosotros primero,
Vive de nosotros después.
Ahora bien, esta nada no es nada,
No es algo,
Es algunos.
Digo algunos hombres.
Bestias sin voluntad ni pensamiento propio
Es decir sin dolor propio,
Sin la acepción en ellos de la voluntad de un dolor propio
Y que no han encontrado otro medio de vivir
Que falsificar la humanidad.
Y del árbol cuerpo,
Pero voluntad pura que éramos,
Han hecho este alambique de mierda
Este tonel de destilación fecal,
Causa de peste,
Y de todas las enfermedades,
Y de este lado de debilidad híbrida,
De tara congénita,
Que caracteriza al hombre nato.
Antes, el hombre era virulento,
No era más que nervios eléctricos
Llamas de un fósforo perpetuamente encendido,
Pero eso ha pasado en la fábula,
Porque los animales han nacido en ella,
Los animales,
Esas deficiencias de un magnetismo innato,
Ese hoyo hueco entre los fuelles poderosos,
Que no eran,
Eran nada
Y se volvieron algo
Y la vida mágica del hombre ha caído,
El hombre ha caído de su roca imantada,
Y la inspiración que era el fondo
Se ha transformado en el ojo, el accidente,
La singularidad,
La excelencia,
Excelencia tal vez
Pero frente a tal montón de horrores
Que más valdría no haber nacido nunca jamás.
No era el estado edénico,
Era el estado maniobra,
Obrero,
El trabajo sin rebordes, sin pérdidas,
En una inenarrable singularidad,
Por qué ese estado no se ha conservado?
Por las razones por las cuales
El organismo animal hecho por y para animales,
Que desde siglos ha continuado
Va a estallar,
Exactamente por las mismas razones.
Más ineluctables éstas que aquellas
Más ineluctable el salto del organismo de las bestias
Que el del trabajo único
En el esfuerzo de la única y muy hallable voluntad.
Porque en realidad el hombre árbol,
El hombre sin función ni órganos que justifiquen su humanidad
Ese hombre ha continuado
Bajo el revestimiento de lo ilusorio del otro
El revestimiento ilusorio del otro,
Ha continuado en su voluntad,
Pero escondida,
Sin compromisos ni contactos con el otro.
Y lo que ha caído es aquello que ha querido rodearlo e imitarlo.
Y luego
De un gran golpe,
De bomba,
Revelará su inanidad.
Porque una criba debía crearse entre el primero de los hombres.
Pero los otros, árboles y los otros, ha sido necesario el tiempo, siglos de tiempo para que
Los hombres que han comenzado ganando sus cuerpos,
Como el que no ha comenzado y no ha cesado de ganar su cuerpo,
Pero en la nada
Y no había nadie
Y no había conmigo
Entonces?
Entonces.
Entonces las deficiencias han nacido entre el hombre y el ávido trabajo de bloquear también la nada.
Pronto ese trabajo será terminado.
Y será preciso que el caparazón ceda.
El caparazón del mundo presente.
Construido sobre las mutilaciones digestivas de un cuerpo que diez mil guerras descuartizaron,
Y el mal,
Y la enfermedad
Y la miseria,
Y la escasez de alimentos, objetivos y sustancias de primera necesidad.
Los mantenedores del orden del beneficio,
De las instituciones sociales y burguesas
Que jamás han trabajado,
Pero han amontonado grano sobre grano desde millones de años el bien robado,
Y lo mantienen en ciertas cavernas de fuerzas
Defendido por toda la humanidad
Exceptuando sólo algunos
Van a verse constreñidos a restituir sus energías
Y por eso a combatir y no podrán no combatir.
Pues su cremación eterna está al término de la guerra,
Aquélla, apocalíptica que viene
Por eso creo que el conflicto entre América y Rusia
Sigue multiplicado por las bombas atómicas,
Es poca cosa frente al otro conflicto
Que va
De un sólo golpe
a estallar
Entre los mantenedores de una humanidad digestiva
Por una parte,
Por la otra
Con el hombre de voluntad pura y sus muy raros adeptos y seguidores
Pero que tienen la fuerza
sempiterna
para ellos.
Antonin Artaud
Traducción: Alejandra Pizarnik
Muy bueno...el poema y la traducción, logra lo que pocas veces ocurre: que no se note que es una traducción.
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