INCURSIONES AL ALA
DERECHA DE LA FUNERARIA
Morir es dramático/
porque el corazón de los que se quedan/ y te amaban/ se parte;
la expresión “se
parte” es reemplazada por: se rompe. Imagino que mi
hermano pensó en poner se destroza. Pero finalmente en la tarjeta quedó se
rompe.
¿Cómo hacer para que la
muerte no sea tan dramática? Para no partir tantos corazones…
¿Debería dejar de decir
todas esas cosas lindas que les digo a las personas? ¿Olvidarlos para que me
olviden? Veo al espíritu de mi hermano en esas reflexiones. Así debería ser
eternizado, sentado sobre una roca enorme, a orillas de los mares del sur. Más
tarde, al día siguiente de la eternidad podría subirlo a un barquito similar a
una nuez, y dejarlo ir.
Pero el cuerpo de
mi hermano pensaba estas cosas en el cuarto que compartía conmigo. Rodeados de
Readers y Atalayas.
La foto sobre la
que apareció el poema, tal vez pudo ser extraída del cuaderno de la funeraria.
Dónde posiblemente también se inspiró para escribir el poema, más precisamente
durante una de sus incursiones al ala derecha de la funeraria, y más
específicamente al ver a algún hombre escribiendo en aquella especie de libro
de quejas de tapas bordó. O tal vez simplemente al ver el libro, solo, cerrado.
Es fácil, al ver ciertas encuadernaciones, sobre ciertas mesas, imaginar una
prosa, una atmósfera.
Mi hermano,
parapetado, intuiría lo que determinado hombre o determinada mujer estarían
escribiendo en el cuaderno.
El poema terminaba del
siguiente modo: pero sepan (hermanos) que pueden
seguir amándome y yo a ustedes.
Cursiva, letra dorada,
en relieve.
Estuve por
escribir sobre una foto fuera de foco tomada por mi hermano, y pensaba ser
generoso con mi amigo el lector y además acortar camino, solucionar rápido. La
foto está fuera de foco y es algo confusa, difícil saber si lo que se ven son
algunos edificios, seguro el cielo y tal vez una nube. La cosa es que la foto
es tan extraña e indescifrable (si me obligan a comparar) como el amor del que
habla el poema, entre muertos y vivos.
Al leer el poema,
Sarah me pidió que me explaye, que reflexione más sobre las ideas. Cuando
descubras un punto como ese, dijo, escribí 40, o 50 páginas. Supongo que eso
hubiese sido bueno. Hablar sobre ese amor sería hablar sobre mi hermano, pero
también hubiese sido hacer malabares con platos heredados.
Me resultó más
fácil escribir sobre las incursiones de mi hermano al ala derecha de la
funeraria.
Matías Rano
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