La noche no ofrecía ya nada para cuando llegó
el alba y yo,
a malquemar sobre mi casa calcinada,
presentía su cuerpo
su enorme peso sobre nuestras venas cercenadas.
‘¡Acércame, perra, un momento
al júbilo de tu experiencia!’
Convulsionaban la tierra y el mar ante su padre.
Aún busco los fragmentos que dejó la respuesta en mi garganta.
XABIER USABIAGA
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