Sobre el Hombre Topo

SOBRE EL HOMBRE TOPO:

Somos un grupo de producción literario e intelectual definido por su obsesión por la crítica cultural, la escritura, el cine, la filosofía y la traducción. Esperamos difundir ideas, textos, traducciones, fragmentos inteligentes de una luz no tan lejana.
Escriben en esta revista: Franco Bordino, Matías Rano, Gustavo Roumec, Tiépolo Fierro Leyton, Juan M. Dardón, Tomás Manuel Fábrega y Xabier Usabiaga.

sábado, 27 de diciembre de 2014

Balada enfurecida





 Por Tomás Manuel Fábrega

Rujo con toda la fuerza del pueblo,
hasta agotar los principios y límites.

Jamás bailé,
de esta manera
la de los entusiastas con alegría categórica.
                            
Voy pues adelante,
frente al olvido
como transeúnte por esas tardes de parrandas
como el peor estudiante de la escuela
como pesadilla de mujer buenamoza
como canguro tan solo como Oceanía
como capitán en un naufragio
como la última abeja del panal.

Y tú, paisana, sangras por todas partes ahora
mientras tal cual el último romántico
doy amor al pasado
¡Como un volcán derramando fuego!
¡Como ECO en peñascos por todas las naciones conocidas y por conocer!
¡Como padre de todos los niños de las mil vidas vivas y muertas!
¡Como mercader expulsado  por Jesús del templo!


Mientras voy  marchando por las soledades más oscuras
 tus ojos son espejos rotos
espejos dañados por piedras
piedras que yo mismo lancé con toda la impotencia de un animal.

Y si recordara algún pasaje romántico sin manchas
iría por tus pasos sin perro que me ladre
sin mosca que me defeque
sin león que me ruja
porque son míos todos los rugidos,
porque son míos el total de los rugidos antes expresados
mientras pierdo tu romance como en una batalla final,
seguiré cantando  a lo que fue.

Y  en mi  canto  invitaría a la patria griega con sus liras
a Escocia con todos sus gaiteros
al charango andino
 y allí no habría ni armonía ni amor ni música
sólo unos ruidos silvestres
con el cantar desafinado tan mío como las lágrimas.


Me voy muchacha,                                           
me voy a las praderas de ogaño
donde buscaré aquel río caudaloso
desde una roca
como desde el musgo
como desde los peces y las pepas amarillas
escupiré con toda  la impotencia de un animal.

Y si aullara,
pues lo mío no es aullar
sería tan mujer ,
tan mujer como una heroína
tal cual una prostituta
una vendedora de calzados
una fémina del siglo pasado
pero  mi aullido sería :auténtico
por ser del último romántico del siglo XX.

Y si los aullidos existieran,
por lo mismo que los gritos
no irán, mi amor,
hasta los paraderos australes
ni a los desiertos
donde tras el frío y la hambruna
alcanzarían las necesidades de su vivir.

¡Pues bien: seguiré! 
¡Seguiré cruzando calles y avenidas de memorias!
Cuando un viaje al mundo es minúsculo
frente a imágenes tan fuertes como tu rostro enfurecido.

¡Oh mujer!
Era un soldado de tu causa
y juro a muerte de espada ensangrentada
volver a vivir
¡VIVIR!
Venciendo derrotas,
dando carcajada al amargado y derrotero
dando palabra al momento
y silencio al tiempo.

Como para seguir viviendo
hasta que mis testículos sean fósiles y cenizas,
fósiles entre tanta tierra polvorienta de este planeta,
y cenizas bajo algún árbol latinoamericano.