Sobre el Hombre Topo

SOBRE EL HOMBRE TOPO:

Somos un grupo de producción literario e intelectual definido por su obsesión por la crítica cultural, la escritura, el cine, la filosofía y la traducción. Esperamos difundir ideas, textos, traducciones, fragmentos inteligentes de una luz no tan lejana.
Escriben en esta revista: Franco Bordino, Matías Rano, Gustavo Roumec, Tiépolo Fierro Leyton, Juan M. Dardón, Tomás Manuel Fábrega y Xabier Usabiaga.

domingo, 22 de diciembre de 2013

El discurso del hombre - Fábrega


El discurso del hombre

Viejos camaradas
hoy mi deber era llamarles por sus nombres
dejar las lisuras
recuperar mi cuerpo
vencer junto a ustedes
pensarles un instante
vivirles
mostrarles mi alma
 pura, tácita, sincera


soy un llanero.

Llanero que canta como exprime las verduras de occidente
que no deja su tierra ni por más que no entiendan
ni por más que la entreguen  a la corona escuálida
                                              y al tirano burgués.

Llanero que llora en la gran ciudad
por nostalgia del futuro
del pasado de las cosas
del pasado de los himnos llaneros.

Llanero que ama en los palmares
                             en las galeras
                              en los arreos
                              en los cajones
                              en el liderazgo del relincho sangrando
                             y en la quirpa del joropo donde llegan las mujeres.                                                      

 En infinidad de elementos, que no importan
que sería en vano describirlos
solo puedo contarles, camaradas: llegué.

llegué a la explanada ayer,
tras una insólita intervención de un poeta
tras una insólita mención de un extranjero.


 y  escuché   epopeyas
                                       y leyendas.
¡Que nada envidiaban de los griegos!
                                     de los nórdicos
.

Los llaneros son los hombres más bravos
y  doy por finalizada mi nacionalidad.

Renuncio a mi patria, mi patria son Los Llanos.
                                   

Cuanto les diría de lo que recién ante-ayer  coseché
  cuanto les diría del pájaro que chilla por las mañanas de la llanada

Sólo sé que nada de lo escrito convoca
 y mañana, si, mañana
en un mañana junto a ustedes
el llano será la sede del gobierno del altísimo.



TOMÁS MANUEL FÁBREGA

Clarivigilia Primaveral - Miguel Ángel Asturias



CLARIVIGILIA PRIMAVERAL

1. A LA LUZ DE LOS ORO-PENSANTES LUCEROS

1

La Noche, la Nada, la Vida,
las Inmensas Viudas,
y el Ambimano Tatuador de mundos
que Él creó con sus ojos
y tatuó con su mirada de girasol,
creó con sus manos, la real y la del sueño,
creó con su palabra, tatuaje de saliva sonora,
mundos que al quedar ciego
rescató del silencio con el caracol de sus oídos
y de la tiniebla luminosa
con su tacto de constelación apagada,
con sus dedos enjoyados de números y colibríes.

La Noche, la Nada, la Vida,
las Inmensas Viudas
a la luz de los Oropensantes-luceros,
Emisarios que se perdieron en el cielo de níquel
sin desanillar su mensaje
y el Ambimano Tatuador
cegado por la lluvia de ojos de hilo.

domingo, 15 de diciembre de 2013

La eventualidad de la película - Fábrega



La eventualidad de la película

De Salamanca del Choapa
No quedan más que ríos y palmas

Allí pensé en mi trascendencia
Un día cuatro de febrero de 1992

Recordé mi futuro

Como si los vientos  me contaran que seré un fracasado     más

Nada ocurría en el pueblo
Solo el vino conversaba con las calles, y las plazas

Los cerros me dijeron:
“vos nos sos llanero“
me derrumbé

Ramiro Rafael Berrillos, el poeta
Escribió una carta, decía:
                                                                                                     La Tirana, 1992
 Pareciera que la ambigüedad hace la correspondencia, vos sos la muerte y no el diablo. Déjate de actuar en bailes y fiestas. Vente a La Tirana, hombre, hombre de mala fe. La poesía es el lenguaje del tiempo.
Un abrazo para- conmigo
RRB



El mar                                                       El mar                                                                                        
                  Me hablaba de seres que
Sin saberlo, cayeron en cuenta del infortunio
                    Cayeron en cuenta del infortunio


Ese día parecía: multiplicarse

La nieve  reflexionaba 
Contemplaba la realidad, y pronunció su discurso:

Tu futuro no es más que el de un pecador, absoluto. Un pecador por excelencia. Tu existencia es la de fracaso en fracaso. Caída tras caída.
¡De pie muchacho!

Los jueces: Nunca debatas creyendo tener la razón
                    ¡Como creerles!




y los bosques, ellos sí que hicieron rememorar el pasado
y los pájaros cantaban un himno en la patria

la sangre exigía otro color
las piedras se mantuvieron quietas aquella madrugada


Los árboles  pronosticaban el porvenir
y yo era causa de mi llanto

La densidad de mi ser era una rareza
estuve consumido en la totalidad de mi existencia.
fui un grito

Un día, llegué a reconocer mi deuda
Mi deuda eterna con la madre
Todo se abrumó en un eclipse

Un día pensé en la proximidad
y caí, caí
en los dominios del tiempo



 Tomás Manuel Fábrega

La eventualidad de la película II - Fábrega



La eventualidad de la película II

                                                        "¿Qué es mi nada, junto al estupor que os espera?"
                                                                                                  Jean Arthur Rimbaud

Todo ha sucedido en fin
como para la eventualidad de una película


La lírica en una historia
la filosofía en un zapato
y el licor nuevamente en las esquinas

una bicicleta ha de llevarme a los más oscuros caminos de la tierra
una bicicleta, ha de salvarme
en una salvación dejo todas mis esperanzas


Y yo atormentado
Cómo iban a conversar  todos los seres que: parecían inertes a mi inútil existencia

Creo que todo ha pasado


Y la naturaleza habló como para no callar
Sólo para decirme:
que en el futuro iba a estar, muerto y para siempre.


Tomás Manuel Fábrega


Una práctica inconclusa... - Tomás Manuel Fábrega




Una práctica inconclusa de cómo enmendar la relación con nuestro enemigo tiempo

                                     “Es para llorar que la muerte es tan rápida
                                                              Es para llorar que la muerte es tan lenta”
                                                                                  Vicente Huidobro

Debemos ser libres de la edad y el tiempo
 Porque el río pide una visita
y mi nogal, un riego inconcluso

debemos ser libres
porque así lo ansía tu mirada
así lo exige mi padre
así lo exigen los poetas.

Porque así lo pide el tiempo
porque así lo pide el tiempo

debemos ser libres de la edad y el tiempo
porque así la muerte – culmina-
y es muerte
y no existe

porque así lo exigen las moscas
que de un día al otro
ya se fueron

¡Adiós tiempo querido!

Como ha de ser posible
que en nuestras existencias
seamos perros vagabundos
seamos ratas despeinadas
y no seamos en esencia
lámparas  y velas

Porque por atrás ataca la muerte
y nos lleva lejos
¡Adiós tiempo querido!

Nos despreocupemos de vos                         Porque aprendimos que


Debemos ser libres de la edad y el tiempo

Esclavo de la muerte - Tomás Manuel Fábrega




Esclavo de la muerte

 Soy  esclavo de la muerte
quién diría lo contrario
si paso preguntándome por un pueblo fantasma
si paso preguntándome por el pasado

uno dirá
            qué hacer

cuando ya no ves en el campo
cuando ya no aprecias en el llano
cuando ya no cantas en el canto

uno dirá
            qué hacer

cuando ya no amas en la tierra
cuando ya no se puede, leer

soy esclavo de la muerte
ya lo sé



Tomás Manuel Fábrega

lunes, 9 de diciembre de 2013

Camerata Ciega - IX


IX


“….Forasterito soy, sin consuelo estoy. Pasajerito soy, mañana me voy…”
(Huayno Tradicional Andino)


Ver las ventanas,
Irse, volverse blancas.
Partir al galope de la escarcha que jamás vi sudar
Nieve en la mañana del desayuno,
Ni en el otoño eterno del cielo.
Forzar una rima aérea,
Caer, ser flor de loto y bebido
Nacer en las entrañas de un camello.
Anidar, reír y atravesar los senos perfectos
De la tierra, entre arañas de néctar a abeja jugar.
Frutos, árboles y seda que escurre
De las entrepiernas de alguien,
Ser océano y una ola que quiere ser mariposa.
Postrar los ojos e incendiar parabrisas
Con un suave vaho de lluvia,
De boca que quiere despedida.
Y no es adiós, ni hasta luego, ni vete al carajo,
Incierto es,
Sombrío quizá, cómo un buenos días a la antesala de medianoche.

Y a las cuatro se levanta,
Como un ave blanqueada por un efímero invierno.
Junto con pasos inciertos que se reproducen por millones,
Insomnes como sus mismas huellas, amnésicas de sueños.
Forastero, pasajero, que de la montaña viene,
Que con el orgasmo del sol en oriente, parte
Y hace un Nilo acuoso en Saharas de piel, en dunas de leche.
No quiero irme,
No quiero ser una plegaria lejana.
Pero tampoco he de plantar mis pies en estas
Rocas tan hambrientas.
Volver a los vidrios verdes,
En cerebros estallar carcajadas,
Y quizá un bosque de hadas florece en mandíbulas,
Quijadas, inquietas lenguas de leguas mil.
Leñador ronda y abre sus manos de ampollas,
Vino, hierro, atardeceres granulados en su hoja virgen.
Ya los ríos duermen como los niños de Herodes,
Madre amasa galletas y chispas dulces de entrañas
Se recuestan, tranquilas, serenas,
Paladar no conoce el sabor de nada.
Del sexo un umbral delgadísimo, la muerte
Un limbo más vivo que la fe.
¿He llegado acaso? ¿He dado tres golpes a un portón de gelatina?
A lo mejor sólo parezco un pedestre semáforo.

sábado, 7 de diciembre de 2013

Sonata de la pastora



Sonata de la pastora

Bellísimos animales
que pasan y dejan en mí
la estela del río y de la bestia,
del alarido y del dolor extático
—arpegio,
dedos ante un cristal,
yemas y corazones prensados al vacío.


*


Te siento...

Me siento...

Así nos sentimos
en el aire a través de mí
y de vos
Cuando estás a distancia
un temblor de aire,
de muebles y de ríos
subterráneos, en los contornos de todo a través de mí
y de vos,
verdaderamente.

Mirame cuando paso,
MIRATE
hay nenes volando entre nosotros
fiebre alucinatoria de niños sepultados
y un salmo abierto en cada rincón.

Te tocaría si no fueras a romperte.
Te bañaría de palmas, si no fuera a amarte.
Te daría estrellas sensibles para cada diente.

Sí...   Sí...
No...   No...
No me mires
No me toques
No me hables
puedo empezar a sudar hilos de brea por alguna parte.

¿Por qué tus piernas y nalgas buscan el cielo
llenan el espacio con tus juegos de acróbata
tan bellamente? ¿por qué
el negro se encierra en tus ojos
y vuelve desde el fondo de la noche convertido en luz clara?
¡Cómo traen flores del campo, flores de sapo y manzanilla,
tu alma blanca tan desprendida,
tus rasgos en piedra —santa— pulidos por el sol,
tu risa... la manzanilla... tu risa...
la campana aromática de papel blanco
que suena para todos desde adentro tuyo
y para todas las criaturas que pacen en el campo
—pequeña, populosa flor!


Algún día te tocaré las manos.
En ellas, sólo en ellas,

seré una sonata de viento recorriendo tu color.


Franco Bordino

sábado, 23 de noviembre de 2013

PSICOANALÍRICA: La poética que Freud no escribió




Con los siglos hemos aprendido pocas cosas de los poetas con cierta objetividad. Una de ellas es su carácter de intermediario – un carácter que nunca define cuáles son los estratos conectados por este mensajero. El psicoanálisis en su lectura lineal dará cómo resultado la cobriza imagen del poeta, ser intermediario entre el neurótico, el niño y el primitivo, retornando constantemente a sus etapas psíquicas ya superadas, o mal superadas. Pero la hermenéutica freudiana a gran escala es un espectáculo grotesco aún más grande: volar en un sueño es símbolo de la angustia por la erección; el miedo a la ceguera es el miedo a la castración; la multiplicación onírica de órganos (no sólo sexuales) es también temor a la castración. La poesía es la mera fantasía infantil transportada al mundo adulto cómo necesidad de expiación de la insatisfacción y la carencia. Intentaremos sacarle un poco más de biodiversidad a esta certera sierra de carniceros que se obsesiona por los nervios.

Nada de lo siguiente fue dicho por el padre del psicoanálisis, que amaba por igual a la poesía y a sus perros. Aún así, leeremos en detalle cada uno de sus textos para falsearlos.

1. Siguiendo la recta senda, leemos en El creador literario y el fantaseo (1907) que el poeta no sabe cómo hace su poesía, y saber cómo realiza su obra tampoco nos hará poetas. Es un principio bifronte que tiene dos mil quinientos años, desde el Ión de Platón, al menos, se divulga por Occidente. Freud cree deshacerse de esta dificultad diciendo que en todo hombre se esconde un poeta, y que el último poeta sólo desaparecerá con el último de los hombres. Evidentemente, sólo devendrán horrores y abortos de este axioma fordista, democrático. Las creaciones artísticas resultado de un dictum tal, el mismo autor lo aclara no sin orgullo, serán maniqueas, estereotipadas, previsibles, repetidas, no dignas de los poetas más estimados, sino de aquellos que encuentran lectores y lectoras más numerosos y ávidos.
Bien, seguimos entonces, la poesía es un juego, una fantasía reglada, con un inmenso capital simbólico y afectivo, pero opuesta a la realidad efectiva. La poesía es un tejido, un sudario que extendemos sobre el mundo como una luz o un vibrar. Poesía e irrealidad, esta es la yunta clave del placer estético. La poesía es un sistema psíquico cerrado, sin público y sin esoterismo. Y el poeta es sólo un mediador de las culpas y vergüenzas subconscientes, un proyector al futuro sedimentado en oscuras dimisiones infantiles.
Sin embargo cuando el poeta operante debe aparecer, Freud nos dice que la elección y síntesis de sus materiales, incluso mínimamente a nivel psíquico, nos está vedada. Y a su vez, el proceso realmente artístico, formal, el comprender cómo se pueden trasladar las fantasías y deseos al campo de lo público, de la expectación, y no generar asco, repudio, vergüenza (vergüenza es el nombre del poeta) sino placer estético, entonces, oh, también nos están prohibida la química y la síntesis.

sábado, 9 de noviembre de 2013

El corazón de una novela


El corazón de una novela

Por la ventana Carola vio al cartero.
Un hombre de gafas, casado, a punto de jubilarse, y de hacer con su esposa el soñado viaje a Nueva York. Un viaje de 15 días, solo para ver la nieve a través de un enorme ventanal de hotel lujoso. Toda una vida de ahorros.
Monte es frío pero es una mierda y en Monte nunca nieva.
Ese era el cartero según Carola, y eso era Monte según su hermano mayor que cada tanto se metía en el ordenador de su hermana para agregar cosas a sus cuentos.
El cartero real anunció que se trataba de una novedad del círculo de lectores. MiMí, la madre de Carola, dijo:

- Yo no sé para que gastás en eso. Comprate ropa, comprate algo mejor.
Igual Carola salió dando muchos brincos de alegría, a recibír su libro, a firmar la planilla, chocolatipostres, una antología de poemas culinarios compilada por la cocinera de postres de la tele.
Roque arrebató el libro a Carola, a ver? Guau, poesía dura, ideal para llevar al cagadero. Había sacado esa palabra de los libros de Bukowsky. - Mierda de burgueses.

Princesa Bú


Querida princesa Bú:

Ser predicador es algo que hace doler y transpirar los pieces. Pero es reconfortante ver como nos reciben los ancianos.
Todos los martes- sin importar el clima- salimos a propagar la palabra.
Cada grupo tiene su territorio. Abordamos un micro sin perfume de micro. El viaje es placentero: canciones. Palmas. Podemos descalzarnos.
Grupos de predicadores van bajando en cada pueblo. A mi, a Verónica, y a un muchacho pelado que viene del mundo de las computadoras nos dejan en Lincoln.
Al ver el sol de este pueblo me acuerdo de Monte: es cierto que si Dios se manifestara en los cielos, con una túnica luminosa, los habitantes de Monte se lo perderían. ¡Cómo odiabas las nubes espesas de Monte!
En verano los mocasines aprietan, pero por gracia, en la ruta de predica hay galerías de árboles y los ancianos nos dejan pasar la tarde en los patios de sus casas.
En estos días aprendí mucho sobre fuentes, descubrí que con las fuentes nunca se sabe: el martes antepasado metimos los pieces en una y los renacuajos nos hicieron cosquillas. Y no sé porqué en ese momento me acordé de los antros de pecado a los que te llevé. Me imaginé el amor al prójimo chorreando asquerosamente por las paredes y las camas, y de verdad me sentí terriblemente triste.
En otra ocasión nos metimos en una fuente con forma de riñón. La fuente parecía de plaza, pero estaba en el patio de la casa de un matrimonio. El hombre está demasiado gordo. Un día llegamos a predicar, y la esposa del hombre dijo: gracias a Dios que vinieron, muchachitos. El hombre demasiado gordo llevaba dos días en el suelo. En el esfuerzo de levantarlo, al pelado que viene del mundo de las computadoras se le escapó uno.

La gata en la ciudad de sombras




La gata en la ciudad de sombras


Mi hermano mayor escribe historietas.
Pero las guarda bajo llave. Mis otros hermanos, ninguno de los 5, hacen esfuerzo alguno por abrir la caja que está en su habitación. Yo soy el único que se pega a él en esta manía de escribir.
Después de varios meses de encierro, Jorge salió. Yo no sabía a qué hora iba a volver. Estuvo todo el día fumando y moviendo la pierna. El enano siempre le compra los cigarrillos; como propina Jorge le regala pases de cartón para la calesita.
A veces voy al baño en la madrugada y encuentro a Jorge fumando en el descanso de la escalera, mira el agujero en el techo, las tres o cuatro estrellas.
Aprovechando su ausencia, me metí en su pieza. Me hubiera gustado tener cloroformo para dormir al enano, que no se cansaba de hacer percusión en la puerta. Abrí el mueble con una ganzúa que fabricó Lucas, mi otro hermano. Me encandiló una linterna que estaba prendida dentro del mueble. Iluminé el cuarto: Pilas de revistas, Atalaya recortadas, Selecciones de colección, libros de Verne condensados, toneladas de tarjetas celtas y fajos de pases para calesita. No había otra luz que la linterna, apunté a la historieta y me puse a leer...

Orlando, el alter ego de Jorge, un tipo de pelo ondulado y camisa, discute con una mujer hermosa. A ella se le marcan los pezones en el camisón y el pelo húmedo se le pegaba a la frente. Hace calor en esa sala de hospicio. “una fuerza nos impedía estar juntos, algo ajeno a nosotros”, dice la nota recuadrada sobre el dibujo.

- ¿Por que has venido?- pregunta la chica
- Soñé- responde Orlando, sombrío.- Todo termina hoy.
Para bien o para mal, pensó.
- Con Ignacio tengo suficientes visitas. Por mi está bien, no vuelvas.
ja, su orgullo sigue intacto, Piensa Orlando, y dice:
- ¿Ningún otro viene a visitarte, algún amigo?
- ja ja ja- esos ojos desorbitados, gotitas de transpiración en la frente.- ¿desde cuando tenemos amigos nosotros?
cierto, son todos inventados, todos personajes de historieta

Intervención vanguardista




Intervención vanguardista (serie de Soja)


Flema, Osvaldo y Juan estaban sentados contra la pared de lo que había sido una farmacia. Ahora abandonada, los vidrios destruidos, una reja impedía el paso. El trío intentaba descifrar como podía haber entrado el hombre, que entre papeles de diario y cartones, dormía ahí, a veces acompañado por su pareja, otro reo, al que se lo veía siempre borracho intentando pelear con las camionetas, flamantes de abogados y concejales..

- lo peor es cagarse y vomitar a la vez.- afirmó Osvaldo.
- Te partís en dos, como si uno te tirara del cuello y otro de las piernas.- acotó Lucas ilustrativo.
- Quiero volver a casa, creo que tengo cólera.
- ¿querés?- Juan extendió la botella y flema le dio un largo trago interrumpido por una arcada.
- ¿por qué no te compras un protector hepático antes de seguir bebiendo?- preguntó Osvaldo.
- ¿a esta hora? ¿dónde?
- En lo de la Tana.- repuso Juan.
- Paso la medianoche por si no te diste cuenta.
- Esta abierto, lo de la Tana, está siempre abierto, año nuevo a las doce está abierto.- empezó Osvaldo.- es gente trabajadora, gente que en un año hace la fortuna que vos haces en toda tu vida, porque trabajan DIA y noche...
- así son los cáncer que se agarran.- dijo Juan
- No hay secretos: iniciativa, trabajo.- términó Osvaldo ignorando la acotación de Juan.
- Prefiero caminar.- dijo flema.

El trío se puso a transitar las calles de la ciudad dormida. Osvaldo señaló la cara de un político en un afiche; “ese mentiroso va a ganar las elecciones” dijo y se puso a monologar sobre el mentiroso hasta que Juan lo interrumpió para señalarle que en la casa de cultura estaba la muestra llamada “la ciudad no duerme”. Una exhibición de lo mejor del arte vanguardista zonal, auspiciada por la secretaria de cultura.
Entraron.
El grupito de artistas se agrupababa en un oscuro rincón del lugar.

- me siento mal de nuevo.- dijo flema.
- Ahí tenes un inodoro.- señalo Juan.
Al pie del inodoro, blanco, sin tapa, una placa decía;”Simbiosis conyugal” autora Felicita Herrera de Cordes, curador; Thomas DuPont. Una pareja giraba en torno a la obra y dialogaba bajito, después le sacaron una foto.

domingo, 27 de octubre de 2013

Sobre una sonata



Sobre una sonata


Esta vez abro enlaces web,
Toda la nieve de calles pintadas a gas ya no existe.
Esta vez chupo la existencia de
Una bolsa de té, su dulce amargor.
........................................Lo prístino.
Arrullando besos,
Entre mis manos y mi vista saturada de oro y nostalgia.
Es así, lo que produce una imagen de uno ochenta al cuadrado,
Inocencia y provocación,
Esta vez seré laureles que se enroscan en labios y no épocas.
...................................Transmutación.

Pasearé entonces con dinosaurios,
Jugaré a las muñecas y esconderé sus fósiles bajo la arena.
Habrán miles de espejos, y bálsamos y…
Cerraré la tapa de 88 mundos que absorben y reflejan
La no fragante oscuridad.
Silbará el aire, loco.
.................................. Las pisadas sueñan.


TIÉPOLO FIERRO LEYTON

Hechos aislados



Hechos aislados

Se dice que en la costa caribe colombiana existe un pájaro al que se conoce con el nombre de “carrao”. Aunque esta ave habita en casi toda Latinoamérica, el carrao de la costa norte colombiana es especial. Los mayores y los lugareños hablan de que en épocas de sequía, cuando no encuentra alimento, el carrao posa su cuello en las horquetas de las ramas de cualquier árbol, el que más cerca esté. Y así deja caer su cuerpo hacia el vacío, ahorcándose en teoría. Ese verano parecía jamás terminarse y se preludiaba un suicidio colectivo de pájaros en la finca de Soledad Enríquez, allá en la costa lejana pero lejos del mar, entre los límites del desierto y la sabana.

A mil seiscientos kilómetros de allí, Juan Antonio Jiménez, mientras caminaba por la calle al albor de la madrugada, se detiene a pensar en lo que había hecho la noche anterior cuando llegó del trabajo y entró a su apartamento situado en las afueras de la ciudad. A su alrededor (había caminado por horas) vagaban ahora sirenas de autoridad sin rumbo. Miraba que al revólver sólo le quedaba una bala de las seis que por lo general suele tener siempre. Esa noche de ayer había errado un tiro que destrozó un jarrón con la efigie de un emperador nipón o chino, pero era seguro de que había vengado la traición de su mujer con su hermano. Así como Juan Antonio se había detenido a pensar, los carraos de la finca de Soledad Enríquez hacían los preparativos para el suicidio colectivo de la madrugada puesto que la sequía había llegado a un punto crítico, ellos no encontrarían alimento entre los árboles secos y marchitos.

El sol ya había comenzado a mostrarse y como hecho aislado, Soledad Enríquez se levantó de la cama para dirigirse al patio de la casa y regar como de costumbre los orines de su bacinica en la tierra seca. Cuando alzó la vista inconscientemente hacia el árbol de mango (sin ningún fruto y casi muerto) que tenía en frente y que se postraba en el centro del patio, vio a unos pájaros hambrientos que parecían conversar entre ellos, pero que de repente posaron su mirada en ella. Seguramente se sintió confundida, llena de curiosidad y estupefacta. Los carraos le clavaban la mirada y la mujer simplemente sostenía una bacinica vacía al tiempo que observaba la escena. Mientras tanto a Juan Antonio Jiménez le quedaba como remedio también hacer ejercicio de observación, pero con un poste de luz al que le faltaba poco para apagarse puesto que el día ya salía de entre las montañas. El hombre entonces suspiró un alea jacta est cuando era seguro que la policía lo estaba buscando por toda la ciudad, todo esto hizo antes de dirigirse al caño conocido como “Arzobispo” y hacer el papel de Marco Antonio y no Julio César.

Cuentan entonces que esa madrugada de mediados de noviembre un estruendo enorme se escuchó en el territorio de los carraos de la costa caribe colombiana. Las lluvias torrenciales habían iniciado y ellos, los pájaros no tendrían ya la necesidad de ahorcarse en los árboles. Cuentan que para celebrar el fin de la sequía estos se abalanzaron sobre una atónita Soledad Enríquez y la desaparecieron entre sus picos. Las aves surcarían felices el cielo entre la tormenta y a mil seiscientos kilómetros y 75 metros de allí, Juan Antonio Jiménez, empleado público del estado y posible candidato a la presidencia, descendería con un pedazo de plomo en el cráneo por las aguas putrefactas del caño Arzobispo.

Durante años los científicos ignoraron esta historia, y creyeron que lo especial de los carraos de la costa caribe colombiana residía en su determinación de suicidarse cuando todo está perdido. Sin embargo hace poco tiempo un ornitólogo holandés visitaría estas tierras costeras pero alejadas del mar para estudiar estas aves singulares. En su peregrinaje un sabio de la región le contaría que los carraos son los encargados de llevarse a las personas de este mundo hacia la eternidad. Así el ornitólogo conocería de la verdadera singularidad de estas aves, de cómo se llevaron de la tierra a Soledad Enríquez, de cómo esa madrugada terminaría la peor sequía de la región en toda su historia, de cómo el disparo que Juan Antonio Jiménez profesaría en su cabeza se transformaría en trueno a mil seiscientos kilómetros de distancia. El científico holandés regresaría a su país, pero jamás entendería por qué el sabio tenía conocimiento de esas cosas.

Ese ornitólogo es pues quien escribe estas líneas y trata de dilucidar ese porqué, que es en realidad el verdadero tema de esta historia. Quizás el sabio era viento y podía ir de un sitio a otro rápidamente, quizás el sabio era uno de los carraos de esa finca, quizás a ese sabio le contaron esa historia sus abuelos a quienes sus abuelos les contaron lo mismo y así sucesivamente hasta el fin del presente mismo, pero con diferentes variantes: Soledad Enríquez como una esclava negra o Juan Antonio Jiménez como un cacique caribe.

Quizás sencillamente me haya topado con un loco en ese viaje en principio científico, quizás la misma historia que estoy narrando jamás sucedió y sea la invención de este anciano que consideré sabio como un hecho aislado en esta historia de aparentes y ambiguos hechos aislados.


TIÉPOLO FIERRO LEYTON

Posible suicidio de Li Po



LLAMADA TELEFÓNICA DE UN PADRE A UN HIJO O VICEVERSA
(POSIBLE SUICIDIO DE LI PO)


Cuentan que Li Po, el genial poeta clásico chino, tenía una forma muy singular de seleccionar sus poemas. Dicen que siempre que escribía un poema en un trozo de papel de arroz se lo entregaba a una mujer con retraso mental, quien, aparentemente, lo olía, lo miraba (a ciencia cierta es imposible saber si ella sabía leer) y, si a ella le gustaba, se lo entregaba de nuevo al poeta dipsomaníaco. De lo contrario, lo arrojaba al piso. Cuentan que Li Po le hizo un poema a esta mujer, un poema especial para ella, pues había llegado a amarla y quererla como el vino mismo. En ese instante se hallaban cerca del rio Amarillo. Cuentan que la mujer con retraso mental arrojó el poema al agua luego de verlo y posar su nariz sobre las palabras, y, junto con él, al poeta de destrozado corazón. En ese instante la luna brillaba. La mujer, también cuentan, siguió su camino perdiéndose entre la espesura del bambú.




TIÉPOLO FIERRO LEYTON

viernes, 18 de octubre de 2013

Una película con violencia de género




CRITICAS DE CINE

UNA PELÍCULA CON VIOLENCIA DE GÉNERO



Esto puede ser anacrónico, hablar de Waterworld en el 2012. Pero así como la maquina de Costner se recicló y se usó para salvar a Estados Unidos del caos...,
En los 90s el boss de Dennis Hooper era un malo actual, ahora es un malo retro que nos recuerda a los días de Final Fight. Tengo ganas de hablar del malo más malo de todo el cine, pero no se como encajarlo. También lo hizo Hooper en Bluevelvet...
No importa, la cosa es que anoche (tres de la madrugada) veía Waterworld, Danza con lobos y Robin hood envejecieron y no hay forma de reciclarlas aunque ya me las conseguí y en estos días voy a volver a verlas. Danza con Lobos y Robin envejecieron, pero Waterworld es reciclable, hay que verla, como hay que jugar de nuevo a Cadillacs y Dinosaurios.


Los motivos del fracaso

En los Simpson se burlan de Costner, Milhouse mete una ficha y Costner da dos pasos, se detiene, GAME OVER, INSERT COIN. Parece que los productores de Waterworld, Kevin entre ellos necesitaba recuperar algo de plata, y el pobre Milhouse, etc. Pero ¿porqué fracasó una película apocaliptica?

1) Anoche cuando la empezamos a ver, mi hermano me pregunta:
- ¿Va a pasar todo en el agua?
- Sí...
- Entonces en cualquier momento me asomo por la ventana y me echo un vómito.
El agua marea. En el cine puede llegar a ser intolerable una cosa así, más para el público flojito.

2) La calvicie de Costner: los 90s no sólo es la época de los Boss, de reciclar los 70s de Bruce Lee, en Argentina de los garcas, del neo... geo. También es la época de los productos capilares para los hombres, acaso envejecían los hippies. Creo que Costner no los conoció, ¿quién niega que Kevin es uno de los actores más lindos? Pero así, pelado, las mujeres no lo querían. Chau Público femenino y gay. Chau exito.

3) Se le va la mano con el maltrato a las mujeres:
La hermosa mercader se desnuda frente a él, deja caer la toalla y la cámara la toma de atrás. Entonces Costner tira de una soga y sobre la mujer cae una lona enorme y pesada. No conforme con eso, le da un mazaso en el lomo.
La mujer es ilusa, y sí, claro; cree en Terrafirme, él intenta desengañarla. La sacude, la samarrea tres veces, la espalda de ella golpea contra la madera, el samarreo es excesivo. Ella desiste, pero él la samarrea una vez más. Como si quedara eco. Después la mete en una pelota de cristal y la sumerge hasta lo profundo, le muestra los edificios en el fondo del mar... y junta un puñado de tierra: "¿ves, ves, boluda? Acá está la tierra".

Y ya para enfurecer a la asociación protectora de mujeres obliga a la mujer a tener sexo con un naufrago.

4) Los malos se llevan a la nena, la hija de la mujer. Costner (le digo Costner porque nunca sabemos su nombre) y la mujer se sumergen y por eso se salvan del Boss del ojo emparchado. Salen a la superficie, la nena ya no está, se la llevaron los malos, pero Costner dice: "My boat." Lo único que le preocupaba era el estado en que los malos habían dejado su bote.
El cine necesita de buenos y malos, este es un bueno, como también puede considerarse bueno al tipo que llora después de romperle la boca a la mujer. Solamente que Costner nunca llora.

Y un detalle menor: En un momento Kevin y la niña que tiene tatuado el mapa de terrafirme nadan, se sumergen como peces, la camara se vuelve lenta, la niña y él salen a la superficie, pero la camara hace foco en él, él se sacude el "pelo", como un divino, en camara lenta y la nena queda en segundo plano.

No hay que hacer una remake, lo hicieron con Pesadilla en Elm Street y vean lo que pasó. Waterworld tiene que volver al cine, tal y como está. Es momento de que esos productores jugados recuperen las perdidas.


Matías Rano

martes, 8 de octubre de 2013

Allen Ginsberg - Kadish en español (completo)


KADISH

Para Naomi Ginsberg, 1894-1956


I
[Proemio][1]

Es extraño pensar ahora en vos, ida[2] sin corsets ni ojos, mientras camino por el pavimento soleado de Villa Greenwich.
En el centro de Manhattan, mediodía de invierno despejado, y llevo toda la noche levantado, hablando, hablando, leyendo el Kaddish en voz alta, escuchando el grito-blues de Ray Charles ciego en el fonógrafo
el ritmo el ritmo —y tu recuerdo en mi cabeza tres años después— Y leer en voz alta las últimas estrofas triunfantes de Adonais[3] —lloré al darme cuenta de cuánto sufrimos—
Y de cómo la Muerte es ese remedio con que todos los cantantes sueñan, cantan, recuerdan, profetizan como en el Himno Judío, o el Libro Budista de las Respuestas —y mi propia imaginación de hojas secas —en el amanecer—
Soñando hacia atrás a través de la vida, Tu tiempo —y el mío acelerándose hacia el Apocalipsis,
el momento final —la flor ardiendo en el Día— y lo que viene después,
mirando hacia atrás en la mente misma que vio una ciudad de América
un flash a otra parte, y el gran sueño de China o Yo, o vos y una Rusia fantasmal, o una cama arrugada que nunca existió—
como un poema en la oscuridad —fugado de vuelta hacia el Olvido—
Nada más para decir, y nada por lo que llorar excepto los Seres del Sueño, atrapados en su desaparición,
suspirando y gritando por ello, comprando y vendiendo pedazos de fantasma, adorándose los unos a los otros,
adorando al dios incluido dentro de todo esto —¿anhelo o fatalidad?— mientras dura, una Visión —¿algo más?
Salta sobre mí, cuando salgo y camino por la calle, miro hacia atrás por encima de mi hombro, la Séptima Avenida, las almenas de ventanas de edificios de oficina hombreándose unas a otras, más alto, bajo una nube, altas como el cielo por un instante —el cielo arriba —un viejo lugar azul.
o por la avenida en dirección hacia el sur, hacia —mientras camino hacia el Lado Este Inferior[4]— hacia donde vos caminaste 50 años atrás, muchachita —de Rusia, comiendo los primeros tomates venenosos de América— asustada en el puerto
y después forcejeando en la muchedumbre de calle Orchard hacia qué? —hacia Newark
hacia la tienda de dulces, las primeras gaseosas del siglo artesanales, helado batido a mano en la parte trasera sobre tablas mohosas de parqué—
Hacia la educación el matrimonio la crisis nerviosa[5], la operación, enseñando en la escuela, y aprendiendo a estar loca, en un sueño —¿qué es esta vida?
Hacia la Llave en la ventana —y la gran Llave extiende su cabeza de luz sobre la cima de Manhattan, y sobre el piso, y se rinde en la vereda —en un vasto rayo único, moviéndose, mientras camino por la Primera hacia el Teatro Yiddish —y hacia el lugar de pobreza 
 que vos conociste, y que yo conozco, pero ahora sin preocuparnos —Es extraño haberse mudado a Paterson, al Oeste, a Europa y acá otra vez,
con los gritos de los españoles ahora por las cuñas que traban las puertas abiertas, y chicos negros en la calle, escaleras de emergencia[6] tan viejas como vos
—Aunque no sos vieja ahora, eso se queda aquí conmigo—
Yo mismo, como sea, tan viejo tal vez como el universo —y yo creo que él muere con nosotros —suficiente para cancelar todo lo que viene —y lo que ya vino desaparece para siempre cada vez
¡Eso está muy bien! Eso lo deja abierto para que no haya remordimientos —ni radiadores de miedo, carencia de amor, tortura incluso dolor de muelas sobre el fin—
Aunque cuando viene es un león que se come el alma —y el cordero, el alma, en nosotros, ay, ofreciéndose a sí mismo al hambre encarnizada del cambio —pelo y diente— y el rugido de los huesos dolorosos, el cráneo pelado, la costilla rota, la piel podrida, la Implacabilidad trucada en el cerebro.
¡Ay, ay! ¡empeoramos! ¡estamos en problemas! Y vos no estás, la Muerte te dejó afuera, la Muerte fue misericordiosa, y vos ahora estás arreglada con tu siglo, arreglada con Dios, arreglada con el pasaje a través de él —arreglada con vos misma después de todo —Pura— De regreso al Bebé oscuridad anterior a tu Padre, anterior a nosotros —anterior al mundo—
Ahí descansá. No más sufrimiento para vos. Sé adónde te fuiste. Está bien.
No más flores en los campos veraniegos de Nueva York, ningún gozo ahora, ni más miedo de Louis,
ni tampoco más de su dulzura y anteojos, ni sus décadas en la secundaria, deudas, amores, llamadas por teléfono temerosas, camas de concepción, parientes y manos—
Ya no más de tu hermana Eleonor, —ella se fue antes que vos —lo mantuvimos en secreto —vos la mataste —o se mató a sí misma para terminar de lidiar con vos— un corazón artrítico —Pero la Muerte las mató a ambas —Ya no importa—
Tampoco de tus recuerdos de tu madre, 1915 lágrimas en películas mudas semanas y semanas[7] olvidando, apenarse viendo a Marie Dressler[8] hablándole a la humanidad, a Chaplin bailando de joven,
o a Borís Godunov, Chaliapin en el Metropolitano[9], aclamando su voz de zar llorón —en el pasillo con Eleonor y Max— mirando también a los Capitalistas sentándose en la Orquesta, pieles blancas y diamantes,
o con los viajes a dedo de la YPSL[10] por Pensilvania,  en polleras-pantalones de gimnasia negras y holgadas, fotografía de 4 chicas agarrándose de la cintura, y ojo sonriente, demasiado tímidas, soledad virginal de 1920
todas esas chicas están viejas, o muertas, y ese pelo largo crece en la tumba ahora —afortunadas de tener maridos después
Vos lo lograste —yo vine también —Mi hermano Eugene antes (todavía llorándote ahora, te llorará[11] hasta su agonía final, mientras atraviesa su cáncer —o muere —tal vez más tarde —el cree que pronto—)
Y es el último momento que recuerdo, en el que los veo a todos, a través de mí mismo, ahora —menos a vos
No preví lo que sentiste —qué apertura de boca enferma más horrorosa vino primero —a vos— ¿estabas preparada?
¿Para ir adónde? ¿En la oscuridad —eso— en ese Dios? ¿un resplandor? ¿Un Señor en el Vacío? ¿Como un ojo en la nube negra de un sueño? ¿Al fin Adonai con vos? 
 ¡Más allá de mi memoria! ¡Incapaz de adivinar! No solamente el cráneo amarillo en la tumba, o una caja con polvo de gusano, o la cinta del pelo manchada —¿Calavera con Halo? ¿podés creerlo?
¿Es tan sólo el sol que brilla una única vez para la mente, sólo la fulguración de la existencia, como nunca jamás?
Nada más allá de lo que tenemos —de lo que tuviste— es algo tan lamentable —sin embargo el Triunfo,
haber estado acá y cambiado, como un árbol, partido, o una flor —haber alimentado el suelo— pero loca, con sus pétalos de color, pensando en el Gran Universo, sacudida, cortada en la cabeza, desnudada de hojas, escondida en un hospital-caja de huevos, envuelta en trapos, dolorida —enloquecida en el cerebro de la luna, falta de Nada.
Ninguna flor como esta flor, que se supo a sí misma en el jardín, y peleó con el cuchillo —perdió
Arrancada por el pensamiento helado —incluso en primavera— fantasmal y extraño de un Muñeco de nieve idiota —alguna Muerte— Un pedazo de hielo filoso en su mano[12] coronado con rosas viejas —un perro por sus ojos —la verga de un explotador —el corazón de las planchas eléctricas.
Todas las acumulaciones de la vida, que nos agotan —relojes, cuerpos, conciencias, zapatos, tetas —tus hijos engendrados —tu Comunismo —la “Paranoia” en los hospitales.
Una vez le diste una patada en la pierna a Eleonor, ella se murió de un paro cardiaco después. Vos de un derrame. ¿Dormida? En el plazo de un año, las dos, hermanas en la muerte. ¿Eleonor está feliz?
Max pena en vida en una oficina en el Bajo Broadway, bigote largo y solitario sobre la medianoche Contabilidades, no está seguro. Su vida pasa mientras él la mira —¿Y de qué duda ahora? ¿Todavía el sueño de hacer dinero? ¿o de que podría haberlo hecho, o contratado a una enfermera, o haber tenido hijos, o incluso haber hallado tu Inmortalidad, Naomi?
Lo voy a ver pronto. Ahora tengo que pasar de largo —para hablar con vos —para hablarte como no lo hicimos cuando tenías una boca.
Para siempre. Y estamos ligados por eso, para siempre —como los caballos de Emily Dickinson —con las cabezas apuntadas hacia el Fin.[13]
Ellos conocen el camino —Estos Corceles— corren más rápido de lo que pensamos —es nuestra propia vida la que cruzan —y se la llevan con ellos.

Magnífica, ya no llorada, arruinada del corazón, mente rezagada, casada soñada, cambiada mortal —Culo y cara hartos de asesinatos.
En el mundo, dada, flor enfurecida, sin volverse Utopía, encerrada bajo pino, apuntada en la Tierra, borracha en Soledad, Jehová, acéptala.
Sin nombre, con Una sola Cara, Para-siempre más allá de mí, sin principio, sin fin, Padre en la muerte. Aunque no estoy allí para esta Profecía, yo estoy sin matrimonio, yo estoy sin himno, yo estoy sin Cielo, sin cabeza en la felicidad igual te adoraría
a Ti[14], Cielo, después de la Muerte, sólo Uno bendito en la Nada, ni luz ni oscuridad, la Eternidad sin Día—
Toma esto, este Salmo, mío, explosión de mi mano un día, parte de mi Tiempo, ahora entregado a Nada —para alabarte a Ti— Excepto Muerte.
Este es el fin, la redención de la Tierra Salvaje, camino hacia el Maravilloso, Casa buscada por Todos, pañuelo negro lavado equitativamente por llanto —página fuera del Salmo— Último cambio de Naomi y mío —hacia la Oscuridad perfecta de Dios— ¡Muerte, guardad vuestros fantasmas! 
     
 

II
[Narración]

Una y otra vez —estribillo —de los hospitales —todavía no he escrito tu historia —la dejo abstracta— unas pocas imágenes
corren por la mente— como el coro de saxofones de casas y de años —recuerdo de electroshocks.
Por las largas noches que pasé de chico en el departamento de Paterson vigilando tu nerviosismo —estabas gorda— tu próximo movimiento—
Por esa tarde que no fui a la escuela y me quedé en casa para cuidarte —de una vez por todas— cuando juré para siempre que una vez que los hombres no estuviesen de acuerdo con mi concepción del cosmos entonces estaría yo perdido—
Por mi carga subsiguiente —voto de iluminar a la humanidad— esto es la revelación de los detalles —(loco como vos) —(la cordura farsa de la concordia)—
Pero vos mirabas fijamente por la ventana la esquina de la iglesia de Broadway, y espiabas a un magnicida místico de Newark
Entonces llamé al doctor —“Está bien, salgan y tómense un descanso” —Me puse mi abrigo y te acompañé hasta abajo a la calle —por el camino un nene de escuela primaria gritó, inexplicablemente —“¿Dónde va señora a la Muerte?”, y yo me estremecí—
y vos te tapaste la nariz con un cuello de piel apolillado, máscara de gas contra el veneno infiltrado en la atmósfera del centro, rociado por la Abuela
¿Y era acaso el chofer del colectivo del Servicio Público caja-de-queso un miembro de la banda? Te estremeciste al ver su cara, pude subirte con dificultad —a Nueva York, al mismo Times Square, para tomar otro Greyhound[15]
donde esperamos cerca de dos horas luchando con insectos invisibles y con la enfermedad judía —brisa envenenada por Roosevelt—
afuera para llevarte —y yo todo el tiempo pegado encima tuyo, esperando que todo termine en una habitación tranquila en una casa victoriana frente al lago.
Viajar tres horas por los túneles pasando frente a toda la industria americana, Bayonne[16] preparándose para la Segunda Guerra Mundial, tanques, plantas de gas, fábricas de gaseosa, cafeterías, castillos depósitos de locomotoras —hacia bosques de pino indios de Nueva Jersey —pueblos tranquilos— largas rutas hacia los campos de árboles arenosos—
Puentes sobre arroyos sin ciervos, abalorios indígenas recargando el lecho del río —allí, abajo, un hacha nativa o un hueso de Pocahontas— y un millón de señoras mayores votando por Roosevelt en casas pequeñas y marrones, rutas que llevan a la autopista de la Locura
tal vez un halcón en un árbol, o un ermitaño buscando una rama llena de búhos—
Todo el tiempo peleando —con miedo por la gente extraña sentada en el asiento doble de enfrente, roncando sin ninguna consideración —¿en qué viaje de colectivo roncarán ellos ahora?
“Allen, vos no entendés —es…—desde entonces esos 3 tubos grandes por la espalda —me hicieron algo en el hospital, me envenenaron, ellos me quieren ver muerta —3 tubos grandes, 3 tubos grandes—
”¡La hija de puta! ¡La vieja de la Abuela! La semana pasada la vi, usando unos pantalones como un viejo, con un saco en la espalda, trepando por el lado de ladrillos del departamento
”En la salida para incendios, con gérmenes venenosos, para arrojármelos a mí —a la noche— tal vez Louis la esté ayudando —él está bajo su poder—
”Soy tu madre, llevame a Lakewood” (cerca de donde el Graf Zeppelin se había estrellado antes[17], Hitler entero en Explosión) “donde me puedo esconder.”
Llegamos allí —la casa de retiro del Dr. no sé cuánto —ella se escondió detrás de un armario —exigía que le hicieran una transfusión de sangre.
Nos sacaron a patadas —cargando la Valija hasta casas extrañas con pasto sombreado —atardecer, pinos detrás de la oscuridad— largas calles muertas llenas de grillos y hiedras venenosas—
La encerré por el momento —una casa grande HABITACIONES PARA CASA DE RETIRO— le di a la casera el dinero para esa semana —llevé la valija de acero hasta arriba —sentado en la cama esperando a escaparme—
Habitación limpia en el ático con un cubrecama bonito —cortinas de encaje —alfombra de rueca —Empapelado manchado tan viejo como Naomi. Estábamos en nuestro hogar.
Partí en el siguiente colectivo hacia Nueva York —dejé caer mi cabeza en el último asiento, deprimido —¿lo peor está por venir?— abandonándola, viajaba en sopor —Tenía sólo 12 años.
¿Se escondería en el cuarto y saldría contenta para el desayuno? ¿o trabaría su puerta y se quedaría con la mirada fija en la ventana para espiar hacia la calle lateral? ¿escucharía por el agujero de la cerradura para detectar el gas invisible de Hitler? ¿soñaría en una silla —o me haría burla, al lado— sola frente a un espejo?
12 andando en colectivo de noche por Nueva Jersey, había abandonado a Naomi a las Parcas en la casa embrujada de Lakewood —y partido a mi propio destino en colectivo —sumergido en un asiento— todos los violines rotos —mi corazón una úlcera en mis costillas —mi mente estaba vacía— ¿Estaría a salvo en su ataúd?—
O de vuelta en la Escuela Normal de Newark, estudiando sobre América con una pollera negra —el invierno en la calle sin almorzar —un pickle un centavo— en casa a la noche para cuidar a Eleonor en el cuarto—
La primera crisis nerviosa fue en 1919 —se quedó en casa, faltó a la escuela, estuvo tirada en un cuarto a oscuras por tres semanas —algo andaba mal —nunca dijo qué— cada ruido dolía —Sueños de los chirridos de Wall Street—
Antes de la Depresión gris[18] fue a Nueva York —recuperada— Lou le sacó una foto sentada en el pasto y cruzada de piernas —su pelo largo se enredaba con flores —sonriendo— tocando canciones de cuna con la mandolina —humo de hiedra venenosa en los campamentos de verano izquierdistas y yo en infancia veía árboles—
o de vuelta dando clases, riendo con idiotas, las clases a contra mano —su especialidad Rusa— imbéciles con labios soñadores, ojos grandes, pies flacos y dedos enfermizos, jorobados y raquíticos— grandes cabezas balanceándose sobre Alicia en el País de las maravillas, el pizarrón lleno con G A T O.
Naomi leyendo pacientemente, una historia sacada de un libro de cuentos de hadas Comunista —el cuento de la Dulzura Repentina del Dictador —el Perdón de los Brujos —Ejércitos besándose—
Calaveras Alrededor de la Mesa Verde[19] —el Rey y los Trabajadores— Paterson Press los editaba mucho en los 30’s hasta que ella se volvió loca, o hasta que quebraron, ella y ellos, los dos.
¡Oh Paterson! Llegué tarde a casa esa noche. Louis estaba preocupado. Cómo podía ser tan —¿acaso no pensaba? No debía haberla dejado. Loca en Lakewood. Llamá al doctor. Llamá a la casa en los pinos. Demasiado tarde.
Me fui a la cama exhausto, queriendo dejar el mundo (posiblemente ese año recién enamorado de R —mi héroe mental de la secundaria, un chico judío que después se convirtió en doctor —entonces un niño callado y pulcro—
más tarde sacrificando mi vida por él, me mudaba a Manhattan —lo seguí a la Universidad —Oré en el ferry diciendo que ayudaría a la humanidad si me admitían —lo prometí, el día que viajaba para el Examen de Ingreso—[20] siendo un abogado laboral honesto y revolucionario —entrenaría para eso— inspirado en Sacco Vanzetti, Norman Thomas, Debs, Altgeld, Sandburg, Poe —Los Pequeños Libros Azules.[21] Quería ser Presidente o Senador.
aflicción ignorante —después sueños de arrodillarme ante las rodillas estremecidas de R y declararle mi amor de 1941 —Qué dulce se había mostrado conmigo, aunque lo deseé y con desesperación —el primer amor —un enamoramiento—
Después una avalancha mortal, montañas enteras de homosexualidad, Matterhorns[22] de porongas, Gran Cañones de agujeros del culo —pesos en mi cabeza melancólica—
mientras tanto caminaba por Broadway imaginándome el infinito como una bola de goma sin espacio por fuera —¿qué hay afuera?— volviendo de casa a Graham Avenue todavía melancólico pasando por los setos verdes solitarios a través de la calle, soñando después de las películas—)
El teléfono sonó a las 2AM —Emergencia— se había vuelto loca —Naomi escondida debajo de la cama gritando chapucerías sobre Mussolini —¡Auxilio!   ¡Buba![23]   ¡Fascistas!  ¡Muerte! —la casera asustada —un guardia viejo y maricón gritando atrás de ella—
El Terror, eso despertó a los vecinos —señoras mayores en el segundo piso recuperándose de la menopausia—  todos esos trapos entre los muslos, sábanas limpias, pena sobre los bebés perdidos —maridos cenicientos— chicos burlándose de Yale, o engominándose en el CCNY[24] —o temblando en el Colegio Estatal de Maestros de Montclair como Eugene—
Su gran pierna plegada hasta el pecho, la mano alargada No Te Acerqués, un vestido de lana en los muslos, el tapado de piel arrastrado hasta abajo  —se hizo una barricada debajo de los resortes de la cama con valijas.
Louis en pijama escuchando el teléfono, asustado —¿ahora? —quién podría saber?— ¿mi culpa, por haberla entregado a la soledad? —sentado en el sofá en el cuarto oscuro, temblando, intentando entender—
Tomó el tren de la mañana para Lakewood, Naomi todavía debajo de la cama —pensó que él traía policías venenosos —gritó— Louis ¿qué le pasó a tu corazón entonces? ¿Fuiste asesinado por el éxtasis de Naomi?
La arrastraron afuera, por toda la esquina, un taxi, la metieron a la fuerza con las valijas, pero el taxista los bajó en un kiosco. En la parada del colectivo dos horas de espera.
Yo estaba tirado en la cama nervioso en el departamento de cuatro ambientes, en la cama grande del living que está al lado del escritorio de Louis —temblando— volvió a casa de noche, tarde —me contó lo que había pasado.
Naomi en el mostrador de la farmacia defendiéndose a sí misma del enemigo —los estantes de los libros de los niños, duchadores vaginales, aspirinas, frascos, sangre —“¡No se me acerquen! —¡asesinos! ¡Váyanse! ¡Prometan que no me van a matar!”
Louis horrorizado en la fuente de soda[25] con las chicas scouts de Lakewood —adictas a la coca— enfermeras —colectiveros pendientes del horario— policías del distrito de la zona estupidizados —¿y un cura soñando con cerdos en un acantilado ancestral?
Olfateando el aire —¿Louis apuntando al vacío? —Los clientes vomitando sus cocas —o con la mirada fija— Louis humillado Naomi triunfante— El Anunciamiento del Complot. El colectivo llega, los choferes no quieren llevarlos hasta Nueva York.
Llamados telefónicos al Dr. no sé cuánto, “Necesita descansar”, el hospital psiquiátrico —Doctores Estatales de Greystone— “Tráigala acá, señor Ginsberg”.
Naomi, Naomi —transpirando, los ojos sobresalidos, gorda, el vestido desabotonado por un lado —el pelo encima de la frente, sus medias colgando con maldad de sus piernas —pidiendo a gritos una transfusión de sangre— una mano recta levantada —con un zapato en ella —descalza en la Farmacia.   
Los enemigos se acercan —¿qué venenos? ¿grabadores? ¿el FBI? ¿Zhdánov[26] escondido atrás del mostrador? ¿Trotsky mezclando bacterias de rata en la parte trasera del depósito? ¿el Tío Sam en Newark, planeando perfumes mortíferos en el distrito Negro? ¿el Tío Efraín, borracho de crímenes en el bar de los políticos, conspiraciones de La Haya? ¿la Tía Rose pasando agua por las agujas de la Guerra Civil Española? 
Hasta que la ambulancia que contratamos por 35 dólares llegó de Red Bank —los Brazos sujetados— atada con una correa a la camilla— gimiendo, envenenada por seres imaginarios, vomitando químicos por todo Jersey, rogando misericordia desde el Condado de Essex hasta Morristown—
Y de regreso a Greystone donde permaneció por tres años —ese era el último logro, mandarla a un Loquero otra vez—
En qué pabellones —caminé por ahí más tarde, a menudo —viejas señoras catatónicas, grises como nube o ceniza o paredes —el cuidador canturreando encima del lugar —Sillas— y las viejas arpías arrugadas repugnantes, acusadoras —suplicando mi misericordia de muchacho de 13 años—
“Llevame a casa” —fui solo algunas veces a buscar a la perdida Naomi, recibiendo Choques[27] —y le decía “No, estás loca Mamá —confiá en los Doctores”—

Y Eugene, mi hermano, su hijo mayor, afuera, estudiando Leyes en un cuarto amueblado en Newark—
vino al pabellón de Paterson al día siguiente —y se sentó en el sillón destartalado del living— “Tenemos que mandarla de vuelta a Greystone”—
—su cara perpleja, tan joven, entonces sus ojos llenos de lágrimas —entonces el llanto le cubrió todo el rostro —“¿Para qué?” el gemido vibrando en sus pómulos, los ojos cerrados, la voz aguda —la cara de dolor de Eugene.
Él muy lejos, fugado hacia un Ascensor en la Biblioteca de Newark,  su botella diaria de leche sobre el alféizar de la ventana del cuarto amueblado a 5 dólares la semana en el centro frente al paso del tranvía—
Trabajaba 8 hrs. por día por 20 dólares semanales —en los años de la Escuela de Leyes— permanecía inocente por voluntad propia cerca de los prostíbulos de los negros.
Sin coger, pobre virgo —escribiendo poemas acerca de Ideales y cartas políticas al editor del Pat Eve News —(los dos escribíamos, denunciando al Senador Borah y a los Aislacionistas —y sentíamos curiosidad por el municipio de Paterson—
Me escurrí ahí adentro una vez —la torre local de Moloch[28] con aguja fálica y remate ornamental, extraño Poema gótico que se erguía en la Calle del Mercado —réplica de los Hoteles Lyons de Ville—
alas, balcón y portales ornamentados, la entrada al reloj gigante de la ciudad, la biblioteca cartográfica secreta llena de Hawthorne— Deudas oscuras en el Departamento de Impuestos —Rembrandt fumando en la penumbra—  
Escritorios pulidos y silenciosos en el gran salón del comité —¿Concejales? ¿Bonos de Finanzas? Mosca el peluquero conspira —Mierda  el gánster reparte órdenes desde el baño —Los locos forcejeando alrededor de la Zona, Fuego, Policías y Metafísicas de Trastienda —estamos todos muertos —afuera en la parada de colectivo Eugene miró contemplativamente a través de su niñez—
adonde el Evangelista predicara enloquecidamente por tres décadas, con el pelo duro, quebrado y fiel a su infame Biblia —Prepárate para Conocer a Dios escrito con tiza sobre el pavimento público—
o Dios es Amor en el concreto del paso elevado del ferrocarril —él arengaba apasionadamente como yo arengaría, el Evangelista solo —Muerte en la municipalidad—)
Pero Gene[29], joven,[30] habiendo estado 4 años en el Colegio de Maestros de Montclair —Enseñó medio año y renunció para avanzar con su vida —asustado por los Problemas de Disciplina —estudiantes italianos oscuramente sexuales, muchachas crudas encamándose, nada de Inglés, sonetos ignorados —y él no conocía mucho —sólo que perdía—
partió entonces su vida en dos y pagó por la carrera de Leyes —Leía libros azules gigantes y tomaba el ascensor antiguo 13 millas más allá en Newark y estudiaba muy duro por el futuro
tan sólo encontró el Grito de Naomi en el vano de la puerta de su fracaso, en el último tiempo, Naomi ida, nosotros solos —la casa— él sentado ahí—
Entonces tomá un poco de sopa de pollo, Eugene. El hombre del Evangelio llora enfrente a la municipalidad. Y este año Lou tiene amores poéticos de suburbios de mediana edad —en secreto— música de su libro de 1937 —Sincero— él extraña la belleza—
Nada de amor desde que Naomi gritó —¿desde 1923?— ahora perdida en el pabellón de Greystone —nuevos shocks para ella— Electricidad, después la insulina 40.
Y el Metrazol la había vuelto gorda.

Las cosas así un par de años más tarde ella volvió a casa otra vez —nosotros habíamos anticipado y planeado mucho— Esperaba ese día —Mi madre de vuelta para cocinar y —tocar el piano cantar con la mandolina —Estofado de Menudos, y Stenka Razin[31], y las noticias comunistas sobre la guerra con Finlandia —y Louis endeudado— ella sospechaba que se trataba de plata envenenado —capitalismos misteriosos
—y caminó por el largo hall del frente y miró los muebles. Nunca se acordaba de todo. Una especie de amnesia. Examinó las carpetas —el juego del comedor lo habíamos vendido—
la mesa de caoba —20 años de amor— perdidos con el hombre de los trastos —todavía teníamos el piano —y el libro de Poe— y la Madolina, aunque le faltara alguna cuerda, llena de polvo—
Fue a la habitación trasera para tirarse en la cama y rumiar, o dormir la siesta, esconderse —yo fui con ella, no la dejábamos estar sola— acostado al lado suyo —sombras arrancadas, oscuro, declinar de la tarde —Louis en la habitación del frente en el escritorio, esperando —tal vez cocinando pollo para la cena—
“No me tengas miedo porque acabo de venir del hospital psiquiátrico —soy tu madre— ”
Pobre amor, perdida —un temor— yací allí —Dije, “te amo Naomi”, duro, al lado de su brazo. Habría llorado, ¿era esto la unión solitaria inconfortable? —Nervioso, ella se levantó pronto.
¿Estuvo satisfecha alguna vez? Y —se sentó sola en el sofá nuevo junto a las ventanas del frente, incómoda —la mejilla apoyada en la mano —el ojo afilado— hacia lo que deparaba el día—
  Limpiándose el diente con la uña, sus labios formaron una O, sospecha —pensamiento de vagina vieja y baqueteada— mirada oblicua ausente del ojo —alguna deuda malvada escrita en la pared, impaga —y las tetas viejas de Newark se aproximan—
Debe haber escuchado chismes radiales por los micrófonos de su cabeza, controlada por 3 tubos grandes puestos en su espalda por mafiosos en amnesia, a través del hospital —le causaban dolor entre sus hombros—  
En su cabeza —Roosevelt debía conocer su caso, me dijo— Temerosos de matarla ahora que el gobierno ya debía saber sus nombres —rastreados hasta Hitler— quería dejar la casa de Louis para siempre.
Una noche, un ataque repentino —su ruido en el baño— como croando[32] su alma, convulsiones y vómito rojo saliendo afuera de su boca —agua de diarrea explotando por su cola —en cuatro patas enfrente al inodoro— la orina corriéndole entre las piernas —quedó haciendo arcadas sobre el piso de azulejos embadurnado con sus heces negras —todavía consciente—
A los cuarenta, varicosa, desnuda, gorda, condenada, escondiéndose del lado de afuera de la puerta del departamento cerca del Ascensor llamando a la Policía, gritando para que su amiga Rose venga a ayudarla—
Una vez se encerró adentro con una navaja o yodo —podía escucharla toser en lágrimas en el lavatorio —Lou se abrió camino por la puerta de vidrio pintada de verde, la empujamos afuera y la llevamos hasta el dormitorio.
Entonces tranquila por meses durante aquel invierno —caminatas, sola, cerca de Broadway, leía el Daily Worker —se quebró el brazo al caerse en la calle completamente congelada—
Empezó a planear el escape de las conspiraciones de asesinato cósmico-financieras —después huyó al Bronx hacia su hermana Eleonor. Y allí, otra saga de la Naomi tardía en Nueva York.

Ya fuera por Eleonor o el Círculo de los Trabajadores, donde trabajaba, remitiendo sobres, conseguía arreglárselas —salía de compras en busca de sopa de tomate Campbell— guardaba el dinero que Louis le mandaba—
Después consiguió un novio, y él era Doctor —el Dr. Isaac trabajaba para la Unión Marítima Nacional —ahora un italiano pelado y un muñequito lindo viejo y rechoncho —un huérfano él mismo— pero ellas lo echaron de una patada —Viejas crueles—
Más desaliñada, sin hacer nada sentada en la silla o en la cama, en corset soñando sobre ella misma —“tengo calor —me estoy poniendo gorda— yo tenía una figura muy bella antes de ir al hospital —deberías haberme visto en Woodbine” —esto en una habitación amueblada frente al Hall de la UMN, 1943.
Mirando un bebé desnudo en las fotos de la revista —anuncios de talco para bebé, papilla de cordero y zanahorias —“No pensaré en nada excepto bellos pensamientos.”
Revolviendo su cabeza en círculos y círculos sobre su cuello ante la luz de la ventana en verano, en hipnosis, en memoria orante y soñadora—
“Toco su mejilla, toco su mejilla, él toca mis labios con su mano, yo tengo bellos pensamientos, el bebé tiene una mano hermosa.”—
O un No sacudido en el cuerpo, disgusto —algún pensamiento de Buchenwald[33] —un trozo de insulina atraviesa su cabeza— una mueca de escalofrío nervioso ante lo Involuntario (como los escalofríos cuando meo) —químicos malos en su córtex— “No no pensés en eso. Él es una rata.”
Naomi: “y cuando morimos nos convertimos en una cebolla, un repollo, una zanahoria, o una calabaza, un vegetal.” Yo vengo al Centro desde Columbia y estoy de acuerdo. Ella lee la Biblia, tiene bellos pensamientos todo el día.
“Ayer vi a Dios. ¿Qué aspecto tenía? Bueno, a la tarde subí la escalera —él tiene una cabaña barata en el campo, como Monroe, NY las granjas de pollo en el bosque. Él es un hombre viejo y solitario con una barba blanca.
”Hice comida para él. Le hice una buena comida —sopa de lentejas, vegetales, pan y manteca —miltz[34]— se sentó a la mesa y comió, estaba triste.
”Le dije mirá todas esas peleas y asesinatos allá abajo, ¿qué pasa? ¿por qué no le ponés un fin a esto?
Lo intento, dijo él —eso era todo lo que podía hacer, parecía cansado. Hace tanto que es un solterón, y le gusta la sopa de lentejas.”
Me servía mientras tanto un plato de pescado frío —repollo fresco picado repleto de gotas de agua de canilla —tomates olorosos— comida vieja saludable de hace una semana —remolacha y zanahoria ralladas con su jugo expelido, caliente —más y más comida desconsolada —no puedo comerla por las náuseas algunas veces— La Caridad de sus manos hediendo con Manhattan, la locura, el deseo de complacerme, pescado frío y medio crudo —rojo pálido alrededor del espinazo. Sus olores —y a menudo desnuda en la habitación, de manera que yo miraba fijo a otra parte. o me metía en un libro y la ignoraba.
Una vez creí que estaba buscando que me acostara con ella —coqueteándose a sí misma frente al lavatorio— tirada en la cama gigante que ocupaba casi toda la habitación, el vestido levantado alrededor de sus caderas, puñalada grande de pelo, cicatrices de operaciones, páncreas, heridas de la panza, abortos, apéndice, puntadas de incisiones hundidas en la grasa como gruesas braguetas ocultas —labios largos e irregulares entre sus piernas— ¿Qué, también olor a culo? Yo estaba frío —después asqueado un poco, no mucho— parecía tal vez una buena idea intentar —conocer el Monstruo del Útero Iniciante —Tal vez— de esa forma. ¿Le importaría a ella? Ella necesita un amante.
Yisborach, v’yistabach, v’yispoar, v’yisroman, v’yinaseh, v’yishador, v’yishalleh, v´yishallol, sh’rneh d’kudsho, b’rich hu.[35]
Y Louis restableciéndose en el departamento sucio de Paterson en el distrito negro —viviendo en cuartos oscuros— sin embargo se consiguió una mujer con la que después se casó, enamorado otra vez —aunque marchito y vergonzoso— herido con 20 años de idealismo loco de Naomi.
Una vez volví a casa, después de mucho tiempo en NY, él estaba solo —yo sentado en la cama, él en la silla del escritorio girado para verme —llora, lágrimas en los ojos rojos bajo sus anteojos—
Que lo habíamos abandonado —Gene extrañamente se metió en la Armada, ella afuera sola en NY, casi infantil en su cuarto amueblado. Así que Louis caminaba al centro a la oficina de correo para recoger las cartas, enseñaba en la escuela secundaria —permanecía en la sección de poesía, triste— comió pena en Bickford’s[36] todos estos años —ya pasaron.
 Eugene se salió de la armada, volvió a casa cambiado y solitario —se limó la nariz en una cirugía judía— durante años detuvo chicas en Broadway para tomar un café y acostarse con ellas —Iba a la UNY, serio en eso, a terminar con Leyes.—
Y Gene vivía con ella, comía croquetas de pescado solas, baratas, mientras ella se volvía cada vez más loca —se puso flaco, o se sintió desamparado, Naomi haciendo poses de 1920 para la luna, semidesnuda en la cama de al lado.
se comía las uñas y estudiaba —era el extraño hijo-enfermera— al año siguiente se mudó a una habitación cerca de Columbia —aunque ella quería vivir con sus nenes—
“Escuchá las súplicas de tu madre, te lo ruego” —Louis todavía mandaba sus cheques —Yo estuve en el manicomio ese año 8 meses —mis propias visiones no mencionadas en ésta su Elegía—
Pero entonces se volvió medio loca —Hitler en su cuarto, vio su bigote en el lavatorio —asustada del Dr. Isaac ahora, sospechando que él estaba metido en el complot de Newark —se fue al Bronx para vivir cerca del Corazón Reumático de Eleonor—
Y el Tío Max nunca se levantó antes del mediodía, aunque Naomi a las 6 AM ya estuviera escuchando la radio en busca de espías —o buscando el alféizar,
porque en los lotes vacíos de abajo, un viejo se arrastra con su bolsa metiendo paquetes de basura en su sobretodo negro que lleva colgado.
La hermana de Max Edie trabaja —17 años tenedora de libros en Gimbels —vivía abajo en el edificio de departamentos, divorciada— entonces Edie se llevó a Naomi a la Avenida Rochambeau
El Cementerio Woodlawn cruzando la calle, vasto valle de tumbas donde Poe estuvo alguna vez —Última parada del subte del Bronx— montones de comunistas en esa área.
Quién se anotó a las clases de pintura a la noche en el Bronx en la Escuela para Adultos —iba caminando a clases sola bajo las vías del tramo elevado[37] de Van Cortlandt —pinta Naomismos—
  Humanos sentados en el pasto en algún Campamento “No Te Preocupes”[38] de veranos pasados —santos con caras lánguidas y pantalones largos del talle equivocado del hospital—
Novias frente al Lado Este Inferior con novios petizos —trenes perdidos de la vía elevada corriendo sobre las terrazas de los departamentos Babilónicos en el Bronx—
Pinturas tristes —pero ella se expresaba. Su mandolina perdida, todas la cuerdas rotas en su cabeza, lo intentó. ¿Hacia la belleza? ¿o algún Mensaje de una vida antigua?
Pero la empezó a patear a Eleonor, y Eleonor tenía problemas del corazón —subía las escaleras y le preguntaba sobre Espías durante horas, —Eleonor cansada. Max afuera en la oficina, haciéndose cargo de la caja de los depósitos de cigarrillos a la noche.
“Soy una gran mujer —soy realmente un alma hermosa— y por eso ellos (Hitler, la Abuela, Hearst[39], los Capitalistas, Franco, Daily News, los ‘20, Mussolini, el muerto vivo) quieren encerrarme —Buba es la cabeza de una red de espionaje—”
Pateando a las chicas, Edie y Eleonor —La despertó a Edie a medianoche para decirle que ella era una espía y Eleonor una rata. Edie trabajaba todo el día y no podía soportarlo —Ella estaba organizando el sindicato— y Eleonor empezó a morir, en el piso de arriba en su cama.
Los parientes me alertaron, ella está  cada vez peor —yo era el único que faltaba— Fui con Eugene en el subte a verla, comimos pescado viejo—
“Mi hermana cuchichea en la radio —Louis debe estar en el departamento —su madre le dice qué decir— ¡EMBUSTEROS! —Yo cocinaba para mis dos hijos —tocaba la mandolina—”
Anoche me despertó el ruiseñor/ Anoche cuando todo estaba calmo/ él cantó en la luz de la luna dorada/ desde lo alto de la colina en invierno. Ella lo escribió.
La empujé contra la puerta y grité “¡NO PATEES A ELEONOR!” —ella se quedó mirándome —Desprecio —morite— con incredulidad por que sus hijos fueran tan tontos, tan ingenuos— “¡Eleonor es la peor de las espías! ¡Ella está recibiendo órdenes!”
“—¡No hay micrófonos en la habitación! —estoy chillándole a ella, desesperado, Eugene en la cama escuchando —Qué puede hacer él para escaparse a esta Mamá fatal —estás separada de Louis hace años —la Abuela está demasiado vieja hasta para caminar—”
Estamos todos vivos de repente entonces —incluso yo y Gene y Naomi en una mitológica habitación cousinesque[40] —gritándonos el uno al otro en la Eternidad —yo con una campera Columbia, ella semidesnuda.[41] Yo golpeando sobre su cabeza que veía Radios, Tubos, Hítleres —la escala de las Alucinaciones —de verdad— su propio universo —ni una ruta que lleve a otra parte —al mío —o a América, o ni siquiera a un mundo—
Para que vayas como todos los hombres, como Van Gogh, como la loca Hannah, como sea —al último destino —¡Truenos, Espíritus, Rayos![42] ¡He visto tu tumba! ¡Oh extraña Naomi! La mía propia —¡tumba rajada! Shemá Israel[43] —yo soy Svul Avrum[44] —vos —¿en la muerte?

Tu última noche en la oscuridad del Bronx —yo llamaba por teléfono— desde el hospital a la policía secreta.
Que vino, cuando vos y yo estábamos solos, vos gritándole a Eleonor en mi oído —que respiraba con dificultad en su propia cama, y estaba más flaca—
Tampoco Olvidaré, el golpe en la puerta, ante tu miedo a los espías, —la Ley avanzando, en mi honor —la Eternidad entrando al cuarto— vos corriendo al baño desvestida, a esconderte en protesta del último destino heroico—
mirándome fijamente a los ojos, traicionada —los policías finales de la locura rescatándome —de tu pie contra el corazón roto de Eleonor,
Tu voz hacia Edie cansada de Gimbels volviendo a casa por la radio rota —y Louis necesitando un divorcio pobre, él quiere volver a casarse pronto —Eugene soñando, escondiéndose en la calle 125, demandando a negros por plata para gastar en muebles de porquería defendiendo a las negras—
Protestas desde el baño —Decías que estabas cuerda— vestida en una bata de algodón, tus zapatos, entonces nuevos, tu cartera y tus recortes de diarios —no— tu honestidad—
mientras vanamente hacías tu boca más real con pintalabios, mirando en el espejo para ver si la Locura soy Yo o es un chamuyo de la policía.
o la Abuela espiando a los 78 —Tu visión —ella trepando por encima de las paredes del cementerio con el bolso del secuestrador político— o lo que viste en las paredes del Bronx, en camisón rosa a medianoche, mirando fijamente por la ventana afuera al lote baldío—
Ah Avenida Rochambeau —Parque de Fantasmas— último departamento en el Bronx para los espías —último hogar para Eleonor o Naomi, estas hermanas comunistas perdieron aquí su revolución—
“Está todo bien —póngase su abrigo Señora— vamos —está la camioneta abajo —¿Usted quiere venir con ella hasta la estación?”
El viaje entonces —agarraba la mano de Naomi, y sostenía su cabeza contra mi pecho, yo soy más alto —la besé y dije hice esto porque va a ser lo mejor —Eleonor enferma— Max con problemas del corazón —Necesidades—
Hacia mí —“¿Por qué hiciste esto?”— “Sí Señora, su hijo tendrá que irse en una hora” —La Ambulancia
vino en pocas horas —se fue en ella a las 4 AM a alguna Bellevue en el centro nocturno —ida al hospital para siempre. Vi cuando se la llevaban —saludaba con la mano, lágrimas en sus ojos.

Dos años, después de un viaje a Méjico —desolación en el valle plano cerca de Brentwood, cepillo de cerdas y césped alrededor de la vía del ferrocarril hacia la casa de la locura—
edificio céntrico de ladrillos de 20 pisos nuevo —perdido en los vastos pastizales de la ciudad alocada dentro de Long Island —ciudades gigantes de la luna.
El Asilo despliega alas gigantes encima del sendero hacia un agujero negro diminuto —la puerta— entrada por la entrepierna—
Entré —olía extraño— los halls otra vez —arriba por el ascensor —a una puerta de vidrio de un Pabellón de Mujeres —hacia Naomi — dos enfermeras tetonas de blanco —la llevaron hasta fuera, Naomi con la mirada fija— yo sollocé —ella había tenido un infarto—
Tan delgada, encogida en sus huesos —entrada en años para Naomi— ahora rota en cabello blanco —vestido holgado en su esqueleto— la cara hundida, ¡vieja! —marchita— mejilla de bruja—
Una mano rígida —la pesadez de los cuarenta y la menopausia reducida por un ataque cardiaco, renga ahora —arrugas— una cicatriz en su cabeza, la lobotomía —ruina, la mano zambulléndose abajo hacia la muerte—

Oh cara de rusa, mujer en el pasto, tu pelo largo y negro está coronado de flores, la mandolina está sobre tus rodillas—
Belleza comunista, siéntate aquí desposada en verano entre margaritas, la felicidad prometida a la mano—
madre sagrada, ahora sonreís en tu amor, tu mundo nace de nuevo, niños corren desnudos en el campo salpicado con dientes de león,
comen en el bosquecillo de ciruelos al final del prado y encuentran una cabaña donde un negro de pelo cano les enseña el misterio de su barril de lluvia[45]
hija bendita venida a América, extraño escuchar tu voz de nuevo, recordando la música de tu madre, en la Canción del Frente Natural—
Oh musa gloriosa que me cargó y dio a luz desde el útero, que me dio de mamar la primera vida mística y me enseñó a hablar y música, de cuya cabeza dolorosa tuve mi primera Visión—
Torturada y golpeada en el cráneo[46] Qué alucinaciones locas del demonio que me transportan fuera de mi propio cráneo para buscar la Eternidad hasta que encuentre la Paz por Ti, Oh Poesía —y para toda la humanidad llamado en el Origen—
¡La Muerte que es la madre del universo! Ahora vestí tu desnudez para siempre, flores blancas en tu cabello, tu matrimonio sellado detrás del cielo —ninguna revolución podría destruir esa virginidad—
Oh Garbo hermosa de mi Karma —todas las fotografías de 1920 en el Campamento Nicht-Gedeiget[47] aquí intactas —con todos los maestros de Newark —no está muerta Eleonor, ni espera Max para volverse un espectro —[48]ni Louis se retiró de esta escuela—

¡Volvé! ¡Vos! ¡Naomi! ¡al Cráneo arriba tuyo! La inmortalidad cadavérica y la revolución se acercan —pequeña mujer rota— los cenicientos ojos interiores de los hospitales, gris de los pabellones sobre la piel—
“¿Sos un espía?” Yo me senté en la mesa agria, los ojos llenándoseme de lágrimas —“¿Quién sos? ¿Te mandó Louis? —Los micrófonos—”[49] en sus cabellos, mientras se golpea en la cabeza —“Yo no soy una mala chica —[50]¡no me maten!— escucho cosas en el techo —yo crié a dos hijos—”
Dos años desde que había estado ahí —empecé a llorar— ella estaba con la mirada fija —la enfermera interrumpió el encuentro un momento —yo fui al baño a esconderme, contra las paredes blancas del baño
“El Horror” yo llorando —verla de nuevo— “El Horror” —como si ella estuviera muerta atravesando podredumbres funerarias —“¡El Horror!”
Volví ella me bombardeó más —se la llevaron— “Vos no sos Allen” —contemplé su cara —pero ella me atravesaba, no me veía—
Abierta la puerta a la sala —ella la cruzó sin mirar atrás, repentinamente tranquila —yo me quedé mirando para afuera— ella parecía vieja —al borde de la tumba— “¡Todo el Horror!”

Otro año, me fui de NY —en la Costa Oeste en la casita de Berkeley soñaba con su alma —que, a través de la vida, en qué forma se erguía en ese cuerpo, ceniciento o maniaco, ida más allá de la alegría—
cerca de su muerte —con ojos —fue mi propio amor en su forma, la Naomi, mi madre en la tierra todavía— mandó su carta larga —y escribió himnos a la locura —Obra del Señor misericordioso de la Poesía.
que hace que el pasto cortado sea verde, o que la piedra se rompa en pasto —o que el Sol sea constante a la tierra— Sol de todos los girasoles y días en puentes brillantes de acero —lo que brilla en los viejos hospitales —así como en mi patio—
Volviendo de San Francisco una noche, Orlovsky en mi cuarto —Whalen en su pacífica silla —un telegrama de Gene, Naomi muerta—
Afuera incliné mi cabeza hacia el suelo bajo los arbustos cerca del garaje —había tenido noticias de que había mejorado—
por fin —no de que había sido abandonada para mirar la tierra desde arriba sola— 2 años de soledad —nadie, con casi 60 años— mujer vieja de los cráneos —alguna vez de cabellos largos Naomi de la Biblia
o Ruth que lloró en América —Rebecca envejecida en Newark —[51]David recordando su Arpa, ahora abogado de Yale
o Svul Avrum —Israel Abraham —yo— para cantar en la naturaleza hacia Dios— ¡Oh Elohim! —entonces al final —2 días después de su muerte recibí la carta—
¡Extrañas profecías otra vez! Ella escribió —“La llave está en la ventana, la llave está en la luz del sol en la ventana —yo tengo la llave— Casate Allen no te drogues —la llave está en las rejas, en la luz del sol en la ventana.
Con cariño,
tu madre”
que es Naomi— 


HIMNO

¡En el mundo que Él ha creado de acuerdo a su voluntad Bendito Adorado
Magnificado Loado Exaltado el Nombre del Sagrado Bendito es Él![52]
¡En la casa de Newark bendito es Él! ¡En el asilo para locos bendito es Él! ¡En la casa de la Muerte bendito es Él!
¡Bendito sea Él en la homosexualidad! ¡Bendito sea Él en la Paranoia! ¡Bendito sea Él en la ciudad! ¡Bendito sea Él en el Libro!
¡Bendito sea Él que habita en las sombras! ¡Bendito sea Él! ¡Bendito sea Él!
¡Bendita seas vos Naomi en lágrimas! ¡Bendita seas vos Naomi en temores! ¡Bendita Bendita Bendita en enfermedad!
¡Bendita seas Naomi en los Hospitales! ¡Bendita seas Naomi en la soledad! ¡Bendito sea tu triunfo! ¡Benditas sean tus rejas! ¡Benditos sean tus últimos años de soledad!
¡Bendito sea tu fallo! ¡Bendito sea tu Derrame! ¡Bendita sea la clausura de tus ojos! ¡Bendito sea lo demacrado de tu mejilla! ¡Bendito sea lo marchito de tus muslos!
¡Bendita seas Tú Naomi en la Muerte! ¡Bendita sea la Muerte! ¡Bendita sea la Muerte!
¡Bendito sea Él que conduce toda pena hacia el Cielo! Bendito sea Él en el fin![53]
¡Bendito sea Él que construye el Cielo en las Tinieblas! ¡Bendito Bendito Bendito sea Él! ¡Bendito sea Él! ¡Bendita sea la Muerte en Todos nosotros!


III
[Elegía]

Sólo para no haber olvidado el comienzo en el que bebía sodas baratas en las morgues de Newark,
sólo para haberla visto llorando sobre mesas grises en grandes pabellones de su universo,
sólo para haber conocido las ideas extrañas de Hitler detrás de la puerta, los micrófonos en su cabeza, los tres tubos grandes
metidos por su espalda a presión, las voces en el cielorraso gimiendo sus horribles fornicaciones mañaneras durante 30 años,
sólo para haber visto los saltos temporales, los lapsos de memoria, el estruendo de la guerra, el rugido y el silencio de un vasto electroshock,
sólo para haberla visto pintando imágenes burdas de los ferrocarriles Elevados corriendo sobre los tejados del Bronx
sus hermanos muertos en Riverside o Rusia, ella sola en Long Island escribiendo una última carta —y su imagen en la luz del sol junto a la ventana
“La llave está en la luz del sol junto a la ventana en las rejas la llave está en la luz del sol,”
sólo para haber llegado a esa noche negra en una cama de acero a causa del derrame cuando el sol ya se había puesto en Long Island
y el vasto Atlántico ruge hacia fuera el gran llamado del Ser para sí mismo
para regresar de la Pesadilla[54]creación dividida— con su cabeza apoyada en una almohada del hospital para morir
—en un último vistazo —toda la Tierra una luz eterna en la oscuridad familiar— ninguna lágrima para esta visión—
Excepto que la llave debería ser dejada atrás —en la ventana— la llave en la luz del sol —para los vivos —que pueden tomar
esa rebanada de luz en la mano —y entornar la puerta —y mirar atrás ver
la Creación brillando en reversa hasta la misma tumba, talla del universo,
magnitud[55] del tictac del reloj del hospital sobre la arcada, arriba de la puerta blanca—


IV
[Letanía]

Oh madre
qué he omitido
Oh madre
qué he olvidado
Oh madre adiós[56]
con un largo zapato negro
adiós
con el partido comunista y la media rota
adiós
con los cinco pelos negros del quiste sebáceo de tu pecho
adiós
con tu vestido viejo y tu larga barba negra alrededor de la vagina
adiós
con tu panza fofa
con tu miedo a Hitler
con tu boca de malos cuentos cortos
con tus dedos de mandolina podrida
con tus brazos de porches gordos de Paterson
con tu panza de huelgas y chimeneas
con tu pera de Trotsky y la Guerra Española
con tu voz cantando por los trabajadores declinantes superexplotados 
con tu nariz de mal polvo[57] con tu nariz de olor a Pickles de Newark
con tus ojos
con tus ojos de Rusia
con tus ojos de no hay plata[58]
con tus ojos de China[59] falsa
con tus ojos de Tía Eleonor
con tus ojos de India hambrienta
con tus ojos meando en el parque
con tus ojos de América desplomándose
con tus ojos de tus equivocaciones en el piano
con tus ojos de tus parientes en California
con tus ojos de Ma Rainey[60] muriéndose en una ambulancia
con tus ojos de Checoslovaquia atacada por robots
con tus ojos yendo a clases nocturnas de pintura en el Bronx
con tus ojos de la Abuela asesina que ves en el horizonte desde la escalera para incendios
con tus ojos corriendo desnuda afuera del departamento y gritando por el hall
con tus ojos siendo llevada por el policía a una ambulancia
con tus ojos sujetada con correas en la mesa de operación
con tus ojos con el páncreas extraído
con tus ojos de operación del apéndice
con tus ojos de aborto
con tus ojos de ovarios extirpados
con tus ojos de shock
con tus ojos de lobotomía
con tus ojos de divorcio
con tus ojos de derrame cerebral
con tus ojos sola
con tus ojos
con tus ojos
con tu Muerte llena de Flores


V
[Fuga]

Gra[61] gra gra cuervos chillan en el sol blanco sobre lápidas en Long Island
Dios[62] Dios Dios Naomi bajo este pasto la mitad de mi vida y de la mía como de la suya
gra gra que mi ojo sea enterrado en el mismo Suelo donde estoy parado ahora en Angel
Dios Dios gran Ojo que mira fijamente Todo y se mueve en una nube negra
gra gra alarido extraño de Seres lanzado al cielo sobre los árboles que ondean
Dios Dios Oh molinillo de los gigantes Más Allás mi voz en un campo sin límites en el Sheol[63]
Gra gra el llamado del Tiempo destajado de pie y ala un instante en el universo
Dios Dios un eco en el cielo el viento a través de hojas pulverizadas el rugido de la memoria
gra gra todos los años mi nacimiento un sueño gra gra Nueva York el colectivo el zapato roto la escuela enorme todas Visiones del Señor
Dios Dios Dios gra gra gra Dios Dios Dios gra gra gra Dios


NY 1959


Traducción: Franco Bordino

Más poemas de Ginsberg:

http://latraiciondelhombretopo.blogspot.com/search/label/Allen%20Ginsberg



[1] Los títulos de las partes indicados entre corchetes aparecen, en el original, sólo en el índice, y no en el cuerpo del texto.
[2] La palabra en inglés así traducida, en varias ocasiones a lo largo del poema, es la palabra “gone” (participio del verbo to go). En consecuencia, “ida” debe leerse como participio (ida/ido) y no como sustantivo (la ida/la vuelta). También debe el lector tener en cuenta que la expresión en inglés no tiene el mismo sentido que idiomáticamente tiene la expresión resultante en castellano (estar ido= estar distraído o mentalmente aturdido); sino que significa “estar muerto”, “estar ausente”. Traducciones más fieles a las expresiones idiomáticas del castellano para este verso habrían sido “ahora que te fuiste sin corsets…” o “ausente sin corsets…”. Opto por una traducción más literal, siendo necesaria en consecuencia esta larga aclaración, en vistas de evitar tanto la traducción perifrástica como el incurrir en el ampuloso campo semántico de la “ausencia”, palabra que ni siquiera aparece a lo largo de todo el poema. (Nota del traductor.)
[3] Elegía escrita por Shelley para Keats con motivo de su fallecimiento.
[4]Lower East Side”, barrio de Nueva York.
[5] En el texto corregido para la edición francesa, Ginsberg pone las comas que aquí omite: “Toward education, marriage, nervous breakdown, operation...”. P. 12.
[6] “Fire escapes”, literalmente: escapes para incendio. Si bien la traducción más acorde a las expresiones idiomáticas del castellano sería “salidas de emergencia”, en inglés el término remite puntualmente a las escaleras exteriores situadas en las paredes laterales de los edificios de Nueva York.  
[7] En el texto corregido para la edición francesa, Ginsberg puso un guión en el lugar de esta nota.
[8] Marie Dressler: actriz cadiense de cine y teatro.
[9] “Borís Godunov”: Zar del siglo XVI sobre el cual el compositor ruso Modest Músorgski compuso, en el siglo XIX, una ópera homónima.
“Chaliapin”: Uno de los cantantes de ópera ruso más importante de la primera mitad del siglo XX. Entre los personajes que encarnara se encontraba el Zar Godunov.
“Metropolitano”: Metropolitan Opera House o también Met. Un teatro de ópera de Manhattan. 
[10] Young People’s Socialist League: “Liga de la Juventud Socialista”.
[11] La palabra traducida aquí es “gream”, palabra inexistente e inventada por Ginsberg, posiblemente compuesta a partir de los verbos “grieve” (sufrir, llorar por alguien) y “dream” (soñar con, pensar en alguien). En nuestra traducción recogemos sólo la primera acepción del neologismo. 
[12] En la versión corregida agrega un guión en el lugar indicado por la nota.
[13] Alusión al poema 712 de Emily Dickinson, “Because I could not stop for Death”. La Muerte lleva a la poetisa en un carruaje hacia su tumba. Los últimos versos del poema dicen:

I first surmised the Horses' Heads
Were toward Eternity—

[Por primera vez sospeché que las cabezas de los caballos
Apuntaban hacia la Eternidad]

[14]Thee”, forma arcaica de la segunda persona del singular. En la estrofa subsiguiente (“¡Muerte, guardad vuestros fantasmas!”) también emplea una forma pronominal arcaica o literaria (“thy”). Cada vez que en la traducción empleamos formas pronominales “tuteantes” en lugar de las “voseantes” es para reflejar esta alternancia de formas pronominales presente en el original.
[15] “Greyhound” es el nombre de una empresa de colectivos.
[16] Una ciudad de Nueva Jersey.
[17] Ninguno de los Graf Zeppelin, ni el I ni el II, se estrellaron nunca. Posiblemente Gisnberg se haya confundido con el famoso accidente del Hindenburg, que se incendió y cayó a tierra dejando un saldo de 36 muertos en 1937.
[18] En la versión corregida, un guión en el lugar que indica la nota.
[19] Obra de ballet alegórica de los años 30’ sobre la Primera Guerra Mundial, en la que un grupo de capitalistas de frac y corbata discute los beneficios de la guerra sobre una mesa verde mientras la Muerte danza detrás.
[20] En la versión corregida, este versículo está dividido en dos a partir del lugar indicado por la nota.
[21] Sacco y Vanzetti, dos inmigrantes italianos anarquistas condenados a muerte en 1927 por asesinato en un juicio polémico y sospechoso.
Norman Thomas, pastor presbiterano candidato a presidente en seis ocasiones por el Partido Socialista de los Estados Unidos.
Eugene Victor Debs, fundador del movimiento sindical y del Partido Socialista de los Estados Unidos, también candidato a presidente.
John Peter Altgeld, gobernador demócrata de Illinois que indultó a participantes de una revuelta obrera.
Carl Sandburg, poeta y biógrafo de Lincoln.
Pequeños Libros Azules (“Little Blue Books”), una colección de libros muy popular y económica cuyo propósito era educar a la clase obrera norteamericana con la lectura de los grandes clásicos.  
[22] Una montaña de los Alpes.
[23] “Buba”: abuela en yiddish. Se refiere a la Madre de Louis Ginsberg, la abuela que es nombrada reiteradamente en este poema y sobre la cual Naomi Ginsberg tenía frecuentes delirios persecutorios.
[24] City College of New York.
[25] Las fuentes de soda eran locales donde se vendía y dispensaba principalmente gaseosas, pero también helados, raspados y batidos. Fueron muy populares durante los 50’.
En el texto corregido de 1976 Ginsberg pone un Guión en el lugar de esta nota.
[26] Andréi Zhdánov: Político soviético de incidencia en el ámbito cultural. Fue un férreo defensor del realismo socialista y responsable de la censura y persecución de varios artistas durante el estalinismo.
[27]taking Shock”, entiendo que se refiere a los elctroshocks. Pero el sujeto de la subordinada podría ser Allen en vez de Naomi y, en ese caso, habría que traducir “recibiendo el Impacto”.
[28] Divinidad fenicia a la que se le rendían sacrificios humanos. Durante los ritos que se le dedicaban, los padres arrojaban a sus hijos aún vivos, generalmente bebés recién nacidos, al fuego, para así ganarse el favor del dios. En la segunda parte del poema “Aullido”, Ginsberg hace de esta divinidad sangrienta y atroz un símbolo del capitalismo norteamericano.
[29] Apócope de Eugene.
[30] En el texto de 1976 agregó un guión en el lugar indicado por la nota.
[31] Stenka Razin: Líder cosaco y héroe popular que en el siglo XVII condujo una gran sublevación contra el zar y la nobleza en el sur de Rusia. Aunque, en realidad, Ginsberg está aludiendo a una canción sentimental homónima de la época zarista. 
[32] “croak” quiere decir tanto “croar”, como, en argot, “morir”, “espichar”.  
[33] Campo de concentración Nazi.
[34]miltz”: palabra yiddish. Refiere al vaso de la vaca con el cual se prepara un guiso.
[35] Fragmento del Kadish Yatom: “sea bendito, elogiado, glorificado, exaltado, ensalzado, magnificado, enaltecido y alabado Su santísimo Nombre”
[36] Cadena de restaurantes norteamericana, en la que Allen Ginsberg trabajó en su adolecencia limpiando los pisos.
[37] “El”. En la versión anotada de Howl Gisnberg explica que la expresión “El” es la abreviatura de “Elevated Railroad” y no una oscura alusión al dios semítico El como algunos lectores habían interpretado.
[38] “No Worry”, así se llamaban los campamentos a los que los afiliados de los partidos de izquierda llevaban a sus familias a veranear, y a los que la familia Ginsberg solía concurrir.
[39] William Randolph Hearst (1863 – 1951), magnate de la prensa y medios estadounidense en cuya vida está basada la película El ciudadano Kane de Orson Welles.
[40] “Cousinesque”, palabra francesa. Culinario, traducido literalmente “cocinesco”.
[41] En la versión corregida de 1976, dividió este verso-párrafo en dos a partir del lugar indicado por la nota.
[42] En la versión corregida de 1976, dividió este verso-párrafo en dos a partir del lugar indicado por la nota.
[43] Shemá Israel (en hebreo, “Escucha, Israel”) son las primeras palabras de uno de los libros de la Torá y el nombre de una de las principales plegarias de la religión judía en la que se manifiesta su credo en un solo Dios. La plegaria dice: “Oye Israel, Adonai es nuestro Dios, Adonai es Uno”.
[44] Svul Avrum: según nota de Collected poems, Israel Abraham en hebreo, que en inglés sería “Irwin Allen”, nombres de Ginsberg.
[45] Rainbarrel, barril conectado a las canaletas de desagüe del techo que se usa para almacenar agua de lluvia y ahorrar así en consumo de agua (el agua almacenada en el barril se usa para regar, lavar el auto, etc.)
[46] En la versión corregida de 1976, dividió este verso-párrafo en dos a partir del lugar indicado por la nota.
[47]Nicht-Gedeiget”: “no te preocupes” en hebreo.
[48] Este guión está solamente en la versión corregida de 1976.
[49] En la versión corregida de 1976, dividió este verso párrafo en dos a partir del lugar indicado por la nota.
[50] Este guión aparece sólo en la versión corregida de 1976.
[51] Este guión está sólo en la versión corregida de 1976.
[52] Estos dos primeros versos son una paráfrasis de algunas líneas del Kadish Yatom.
[53] En el original, este verso termina, en lugar de con un signo de admiración como todos los otros, con una “i” mayúscula (signo que corresponde en inglés a la primera persona del singular). Al parecer se trata de un error de imprenta, ya que en la versión corregida de 1976 el verso termina con un signo de admiración.. 
[54] Este guión está sólo en la versión corregida de 1976.
[55] Traduzco primero como “tamaño” y luego como “magnitud” la misma palabra: size.
[56] Farewell. Además de una interjección para despedirse (“adiós”), farewell significa también “despedida”. Por lo que podría también traducirse de esta segunda manera, entendiendo que la despedida fue lo que Ginsberg omitió y olvidó.
[57] “ lay”: acto sexual.
[58] Money
[59] En inglés, “china” también significa “porcelana”.
[60] Gertrude Malissa Nix Pridgett Rainey (1886-1939). Cantante  de blues norteamericana que falleció de problemas cardiacos. 
[61] “Cow”, con valor onomatopéyico, como graznido de los cuervos. Traduzco libremente esta onomatopeya.
[62] “Lord”. Una traducción más exacta sería “Señor”. Para no perder la contundencia rítmica que tienen los dos monosílabos que se alternan al comienzo de cada verso en el original, traduzco “Dios” en vez de “Señor” (salvo en el final del penúltimo verso).
[63] Nombre que recibe el inframundo en el Antiguo Testamento o Biblia Hebrea. Aunque se lo suele traducir como “infierno”, el Sheol no es un lugar de castigo ni condenación, es un lugar de sepultura común donde yacen tanto justos e injustos.