Sobre el Hombre Topo

SOBRE EL HOMBRE TOPO:

Somos un grupo de producción literario e intelectual definido por su obsesión por la crítica cultural, la escritura, el cine, la filosofía y la traducción. Esperamos difundir ideas, textos, traducciones, fragmentos inteligentes de una luz no tan lejana.
Escriben en esta revista: Franco Bordino, Matías Rano, Gustavo Roumec, Tiépolo Fierro Leyton, Juan M. Dardón, Tomás Manuel Fábrega y Xabier Usabiaga.

sábado, 14 de junio de 2014

El monje de la camisa color uva - 3era entrega



El monje de la camisa color uva - las notas del cuaderno de Mateo

Estoy sentado y pensando en pedir a mi hermano Jorge uno de sus libros, ya que todos predican buenas dietas. Una dieta que sea a base de verduras, garbanzos, papas, zanahorias es lo que necesito.
Me acuerdo que mi hermano apartaba, después de cortarlas cuidadosamente con una tijera, todas las páginas que hablasen de nutrición. Me preguntó mamá en la imaginación: adónde habrá ido a parar "esa" carpeta con recetas. ¡Cuánto color! ¡Qué variedad de texturas en esas páginas! Incluso había zanahorias, papas y puerros en relieve, y no recuerdo, pero creo que no faltó el puñado de lentejas troqueladas.
En fin, me acuerdo cuando una noche mientras me dormía, mi hermano me habló acerca de sus planes de hacer una jardinera, “las de lata no eran buenas”. Él se imaginaba que una casera, caliente, echando vapor, sería fabulosa, ¿pero en qué punto tendrían que estar las papas para no deshacerse? La zanahoria era fácil, había que cortarla en cuadraditos; cada cocción se haría individualmente, por un lado las papas, por otro las zanahorias, las arvejas también serían hervidas; incluso podrían agregársele lentejas. Después unir todo en una lata grande.
Mi hermano estaba cambiando por esos días. Es poco poético, pero su cambio hacia "la magia" empezó con una dieta digna de Selecciones.
La mañana siguiente a la noche en que me dormí escuchando la receta relatada por mi hermano, la comida me entró por la nariz, era la mañana y mi hermano colaba hortalizas, metía el contenido en una lata grande, lo envolvía en una servilleta. Esa mañana fría, de feriado, se fue de casa durante todo el día. Rumores dicen que lo vieron imitando a un linyera, sentado en un escalón del museo de ciencias naturales. Un museo pequeño que no guarda otra cosa que insectos fosilizados.
Imagino la lata, la servilleta en el suelo o sobre la falda de Jorge, y el humo nada denso, surgiendo de la lata. Hermano, te amo.
En plena noche retomo el cuaderno; lo dejé a mi hermano sentado en el pilarcito de lajas que rodea el museo de ciencias naturales, y no sé si tendrá o no alguna relación, pero dentro del museo es posible que hubiese alguna enorme cucaracha fosilizada.
Hace un frío atroz y me pregunto qué será de mi hermano y de Nadia y de Lucas. Me siento un poco como Jorge, cuando se fue de casa para ayudar a su novia a ordenar el cuarto y nos dejó a nosotros. Yo siento que los estoy dejando y siento que dejé a Jorge en el museo, con la comida enfriándose, y también siento que siempre lo dejé solo.

M.R.

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